30 de octubre de 2015

JAPÓN


DÍA 1.- BCN - ROMA - TOKYO

Comienza mi aventura nipona. Esta vez no hace falta madrugar ya que mi primer vuelo sale a las 11:40h desde Barcelona, dónde llego dos horas y media antes a la T1 para hacer la facturación de mi equipaje, ya que en la web de Alitalia no me han permitido hacer el check in online.

Primera parada, Roma. Como solamente dispongo de hora y media para la conexión, esta vez no visitaré la Ciudad Eterna, una ciudad que me encanta y que he tenido la oportunidad de visitar en varias ocasiones. La conexión la hago justa de tiempo ya que cuando llego a mi puerta de embarque ya llevan un rato embarcando, es lo que tiene aprovechar las maravillosas ofertas de la compañía para visitar el país nipón y que se agotaron en un tiempo récord de 48 horas comprándolo con 5 meses de antelación, incluso arriesgándome sin tener las vacaciones confirmadas, así que he tenido que correr un poco para cambiar de la terminal B a la C en el aeropuerto de Fiumicino.


A las 15:00h de la tarde ya estamos despegando en un Boeing 777-200 dónde me espera un vuelo de casi 12 horas y media, que me las paso hablando con un simpático matrimonio japonés que solamente saben decir "vino Rioja" en español, leyendo un rato y aprovechando el pobre entretenimiento individual que ofrecen a bordo, y es que Alitalia está en plena decadencia y con muchas deudas y la compañía tiene un futuro incierto. No puedo decir que sea la mejor aerolínea con la que he volado, pero la ilusión del destino puede mucho más que todo, aunque veremos que ocurre a la vuelta.

Almenos me consuelo que la próxima vez que intente abrir los ojos, me encuentre amaneciendo en Japón.

DÍA 2.- TOKYO - KYOTO

A las 11:30h de la mañana aterrizamos en el aeropuerto internacional de Narita, en Tokio. El vuelo ha sido bastante pesado ya que no he podido pegar ojo en todo el vuelo, pero por fin he llegado a Japón, dónde con una amabilidad y cordialidad exquisita paso el control de inmigración, sello en mi pasaporte y a buscar mi equipaje que se encuentra dando vueltas por la cinta.

El próximo paso es dirigirme a las oficinas de JR para activar mi JR Pass de 14 días, así que solamente hay que bajar a la planta inferior del aeropuerto y seguir las indicaciones de "Railways" hasta llegar a un local con un letrero verde que pone "JR East Travel Service Center", dónde te atienden en un perfecto inglés, rellenas un impreso y entregas el voucher que me dieron en Barcelona cuando compré el JR Pass, le dices cuando lo quieres activar (en mi caso en aquel preciso momento), me entregan mi JR Pass válido, e incluso aprovechan para detallarme la mejor forma de llegar a Kioto, así que en aquel instante me reservan mis asientos en el Narita Express para llegar hasta la estación de Tokyo de la línea Yamanote, y también me reservan asiento para el shinkansen de Tokio a Kioto, todo incluido en el JR Pass. Aprovecho para coger algo de información y resolver mis dudas sobre el transporte, y todo con una paciencia y amabilidad por parte de sus empleadas.

Para llegar a Tokio, la mejor opción es el Narita Express que cubre el trayecto en unos 50 minutos, aunque existen otras opciones, dependiendo el tiempo de trayecto y su importe.




























Una vez realizado el primer trayecto sin ningún problema, desde la estación de Tokyo y siguiendo las indicaciones, espero mi siguiente trayecto que me tiene que llevar a Kioto, dónde tardo no llega unas tres horas aproximadamente en recorrer los más de 500 kms. que hay de distancia.



Lo que más sorprende es lo bien organizado y señalizado que lo tienen todo, la extrema limpieza de sus estaciones y la comodidad de los trenes, dónde no puedo evitar quedarme dormido un rato durante el trayecto.

Sobre las 16h llegamos a Kyoto, y lo que más sorprende es su estación central, que es enorme y tiene tres plantas, y además está llena de locales con tiendas y restaurantes, así que es un buen lugar para ir algún día a comer o cenar. Mi alojamiento debe estar a poco más de 5 minutos caminando desde la estación, así que cuando mi ubico en la entrada principal de la estación y saco el plano del alojamiento, me doy cuenta que me lo he imprimido en japonés y no en inglés, así que estoy súper perdido y no sé que dirección tomar.



Lejos de volverme loco, me acerco a un par de chicos que estaban por allí y consigo que entiendan algo de inglés y le pregunto cómo llegar, y aunque desconocían mi alojamiento, no dudaron en sacar su teléfono móvil y llamar al teléfono que había en mi reserva, y un minuto después me dijeron que les acompañara... me iban a llevar hasta la misma puerta de mi alojamiento!! En un principio les dije que no hacía falta y que no quería molestarles, pero insistieron en llevarme y en cinco minutos ya estábamos allí, dónde les mostré mi sincero agradecimiento y les hice varias reverencias en señal de gratitud. Acabo de llegar a un país nuevo y de momento es mejor de lo que imaginaba.

Está claro que en mi país es inpensable que alguien deje de hacer lo que está haciendo para acompañar a un turista perdido hasta la puerta de su alojamiento, y encima de una forma desinteresada.

Una vez en el alojamiento me recibe Nabuko San con su exquisita amabilidad, hacemos el check in y me enseña las instalaciones de este bonito alojamiento. Mi habitación no es muy grande pero me encanta, ya que deseaba disfrutar de la experiencia de alojarme en un ryokan típico japonés y dormir en un futón. Además en el pasillo de cada planta hay un ordenador al servicio de los huéspedes, que a mi personalmente me fue genial para consultar cada día los horarios de los trenes, ya que por aquel entonces apenas existían los smartphones ni las tabletas como ahora.











Son casi las 18h de la tarde y en mi planning inicial había incluido visitar Fushimi Inari esa misma tarde, pero en esta época del año anochece muy pronto y además está chispeando un poco, así que suprimo la visita y la postpongo para otro momento, y me vuelvo a la estación central de Kyoto para tener una primera toma de contacto con la ciudad, ver los alrededores y buscar un lugar para cenar.






Doy una vuelta por las tiendas interiores de la estación dónde se puede encontrar prácticamente de todo, y voy paseando por las calles aledañas de la estación, ya es de noche pero en Japón no es problema porque en ningún momento hay sensación de inseguridad, y lo que más me sorprende es la gran cantidad de máquinas de vending de bebidas que hay por cualquier sitio, y que durante el viaje me sacó de algún apuro en alguna ocasión.

Finalmente mi primera cena en Japón la hice en un restaurante próxima a la estación y dónde todos los platos de la carta están en el escaparate con su réplica exacta de plástico, así que si el restaurante no dispone de carta en inglés es tan fácil como levantarse y señalarle a la camarera el plato que te apetece cenar, y poco después te lo sirven exactamente igual que la réplica.

Después de la cena me paré en un combini (supermercado 24h) de la cadena Lawson a comprar algo para desayunar mañana, ya que no lo tengo incluido en el precio del alojamiento y lo que sirven no me atrae demasiado, ya que no me veo a las 7h de la mañana desayunando sopa de miso o de algas, así que prefiero comprar algunos zumos y algo de bollería y aprovechar que en mi habitación tengo nevera.

La cadena Lawson está muy bien, solamente entrar te reciben con un Irashaimase (bienvenido), encuentras prácticamente de todo y a precios bastante competitivos y te sacan de muchos apuros durante el día, y más si soys de saltaros algunas comidas por intentar visitar los lugares de interés antes de que cierren sus puertas, como me pasa a mi.

Me vuelvo para mi alojamiento, y aunque todavía son las 21h de la noche, he intentado aguantar lo máximo despierto para acostumbrarme al nuevo horario y que no me afecte demasiado el jet lag, pero estoy ko, así que aprovecho para recuperar horas de sueño y mañana empezar las visitas a tope.

DÍA 3.- KYOTO - MIYAJIMA - HIROSHIMA - KYOTO

A las 06:00h de la mañana ya no aguanto más, y a pesar de que mi primera experiencia en un futón es más que satisfactoria y me ha encantado, entre el jet lag y mis ganas de empezar a conocer el país hace que me levante sin rechistar, y después de una ducha y desayunar, me voy dirección a la estación de Kyoto, dónde enseño mi JR Pass y cojo el primer shinkansen del día con destino Hiroshima, y que sale puntualmente a las 07:16h, y es que prefería madrugar y coger éste (shinkansen Hikari 491) porque el trayecto lo hace directo y sin paradas, ya que si cojo los posteriores debería hacer transbordo en Osaka y llegaría bastante tarde a Hiroshima.

No olvidar nunca consultar todos los horarios a través de Hyperdia y en función de los horarios, os organizáis vuestras visitas y decidís que shinkansen os va mejor coger para llegar.







El trayecto dura casi 2 horas y son súper cómodos y silenciosos, así que aprovecho para dar alguna cabezadita de vez en cuando, aunque lo que más me sorprende es cuando entra a tu vagón alguna azafata que aunque esté vacio el vagón, no dudan en hacer una gran reverencia al entrar y salir.

A las 09:07h ya estoy puntual en Hiroshima, dónde decido que mi primera visita será a la Isla de Miyajima, así que cojo un tren de la línea JR Sanyo con destino a la estación de Miyajima-guchi, dónde hay muchas frecuencias de paso, aunque yo tuve suerte y cogí el de las 09:14h que me dejó en la siguiente estación a las 09:39h.

A mi llegada a la estación de Miyajima-guchi me dirijo a la Terminal de Ferry que está prácticamente al otro lado de la calle, y cojo el ferry hasta Miyajima que el trayecto también lo cubre la JR, y que tiene una frecuencia de cada 10 minutos aproximadamente.

Map

El mayor atractivo de Miyajima es su famoso "torii" flotante (Itsukushima Shrine), considerada una de las tres mejores vistas del país.  Hay que tener en cuenta que para que el torii quede totalmente anegado por el mar, debe de haber marea alta. Cuando sube la marea, el santuario de Itsukushima y el torii, entrada a la isla de Miyajima, parecen flotar sobre el agua, dejando una estampa impresionante.

Lo mejor es informarse a través de la web de Tbone de los horarios de las mareas y comprobar en que estado nos la encontraremos durante nuestra visita a la ciudad.

Este sería un mapa de la isla de Miyajima y las visitas que ofrece este maravilloso lugar, dónde lo más recomendable es hacer una noche aquí y así contemplar el atardecer y el anochecer, pero al viajar en solitario lo tuve que descartar porque los alojamientos se me disparaban de presupuesto.



























La visita a éste mágico lugar te puede llevar el tiempo que tú quieras dedicarle, ya que ofrece bastantes visitas, mucha gente visita la isla para hacerse una foto con el torii y después se van, y en cambio otros le dedican prácticamente todo el día. En mi caso, me hubiera gustado dedicarle mucho más tiempo del que le dediqué, pero tenía claro que no podía hacer noche aquí y encima lo tenía que combinar con la visita a Hiroshima, así que decidí dedicarle medio día a ambas.

Mi primera visita programada era ascender al Monte Misen, la idea es subir hasta dónde se encuentra la estación del teleférico, así evitaré ascender el tramo más empinado y ganar algo más de tiempo. El ticket de teleférico cuesta 1.800 yenes ida y vuelta, pero cuando llego allí una amable empleada me aconseja que no lo visite en ese momento porque hay mucha niebla y prácticamente no se ve nada, y me recomienda que lo visité más tarde.

Inicio el descenso de nuevo con la mente puesta de volver algo más tarde si me diera tiempo, aunque después cambio de opinión y decido que voy a recorrer la isla tranquilamente y relajado, sin prisas y lo que no me de tiempo ya lo haré en un futuro viaje, así que visito el Daisho-in, que es un templo muy bonito de la secta Shingon mientras visito el resto de la isla de Miyajima, mientras me acompañan los ciervos salvajes del lugar, considerados mensajeros de los Dioses, y que por lo tanto son animales sagrados, que van en busca de galletas que les ofrecen los turistas.









































Después de visitar parte de la zona, y de haber picado algunos takoyaki en los puestecitos que hay por allí junto a los de ostras, que para quién no sepa que son los takoyaki os diré que son como unas bolitas de harina rellenas con trocitos de pulpo y cocinadas a la plancha, y que son muy baratas y están muy buenas, y así engaña un poco al estómago hasta la hora de comer. La otra especialidad son las ostras, pero que a mi curiosamente no me gustan.

Tocaba la hora de comer antes de que los restaurantes se llenaran de turistas y de japoneses, así que después de dar una vuelta y ver las diferentes alternativas, me decidí por uno que tenía los platos expuestos en réplica en su escaparate, con la particularidad de que se comía en mesas muy bajitas y había que quitarse el calzado para comer. La comida exquisita, como no podía ser de otra manera.










Me tomo el rato de la comida para hacerlo tranquilamente mientras todo lo que observo me sorprende, cualquier gesto de la gente, cualquier mirada tímida hacia mi, cualquier persona que se acerca a mi y me hace una reverencia de cortesía mientras se esfuerzan en decirme "hello", cualquier plato de comida que veo salir de la cocina, el silencio del local que te permite hacer una siesta si quisieras porque nadie te molesta y solamente interrumpido por el ruido de las personas que absorven los fideos de la sopa,... en fin, a pesar de llevar solamente un día en el país, todo me sorprende gratamente.

Cuando termino de comer, continúo visitando la isla tranquilamente hasta la hora de coger el ferry que me lleve de nuevo hacia Hiroshima en un trayecto de no más de 10 minutos.





















Llego de nuevo a Hiroshima, la ciudad más grande de la región de Chugoku con más de un millón de habitantes. Se hizo tristemente famosa cuando el 6 de Agosto de 1.945 el ejército americano lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad y tras la cual murieron más de 200.000 civiles. Desde entonces se ha convertido en una ciudad comprometida con la paz mundial y la abolición de las armas nucleares.

Desde la estación de Hiroshima, dónde me ha dejado el ferry JR, hay que coger la línea 2 ó 6 del tranvía hasta la estación "Genbaku Domu-mae", que significa  "Cúpula de la Bomba Atómica". El trayecto suele tardar unos 15 minutos. El ticket cuesta 150 yenes.




Solamente bajar del tranvía lo que más me sorprende es que la zona es libre de humo, es decir, no se puede fumar por la calle y solamente se puede fumar en los "Smoking Areas" y que todo el mundo respeta a rajatabla, y que yo a pesar de ser fumador, aplaudo la idea y ojalá se llegue a implantar esta iniciativa en muchos países del mundo.

Empiezo el paseo por la Cúpula de la Bomba Atómica, uno de los pocos edificios que sobrevivieron parcialmente a la explosión en el epicentro. El antiguo salón de la promoción industrial está declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.

Sorprende ver a los jóvenes lugareños, guitarra en mano y cantando canciones en recuerdo de ésta triste bárbarie perpetrada por los americanos, y que nunca más debería volverse a repetir.










Sin tiempo que perder me dirijo al Museo Conmemorativo de la Paz, ya que cierra a las 18h de la tarde y después continúo visitando el resto. La entrada cuesta simbólicamente 50 yenes, y dentro se narra todo lo ocurrido antes y después del lanzamiento de la bomba atómica, con objetos e imágenes bastante duras que hace que a la salida te haga reflexionar bastante y te deja mal cuerpo.











Al salir de visitar el Museo, empiezo a recorrer sin prisas el Parque de la Paz y el Cenotafio, epicentro de la explosión atómica y dónde se encuentra una campana con una grulla, dónde lo recorro entero hasta quedarme prácticamente sólo en la zona.









Empieza a caer la tarde y prácticamente ya no se ve a nadie visitando la zona, y aunque me hubiera gustado visitar el Castillo de Hiroshima que se encuentra a 10 minutos de la parada de tranvía de Kamiya-cho cogiendo la línea 1, 2 ó 6 desde la estación de Hiroshima, e incluso solamente a 5 minutos desde dónde me encuentro, el cansancio y el jet lag puede más, y es que no hay que olvidar que llevo prácticamente un dia y medio en el país y todavía no estoy totalmente adaptado.

Con todo el dolor de mi corazón también decido prescindir de los Jardines Shukkeien, ya tengo excusa para volver la próxima vez, así que cojo el tranvía hasta la estación de Hiroshima y a las 20:10h cojo el shinkansen Hikari Railstar 580 hasta Osaka, dónde hago un transbordo de 20 minutos a un shinkansen Kodama que en 15 minutos me deja en la estación de Kyoto, llegando pasadas las 22:15h de la noche.

Como a estas horas prácticamente ya no se puede cenar en ningún restaurante, decido pasar por el Lawson a comprar el desayuno de mañana y probar mi primera caja de bento para cenar, así que cerca de las 23h de la noche estoy entrando en mi alojamiento desde las 07h de la mañana que he salido, y aunque el día ha sido muy agradable y tengo la sensación que lo he aprovechado bastante, estoy reventado y tengo los pies molidos, y me temo que cada día será así.

DÍA 4.- KYOTO - NARA - FUSHIMI INARI - KYOTO

El itinerario de hoy también va a ser muy completo, ya que hoy quiero descubrir Nara, la primera capital permanente del país, ubicada en la llanura de Kinai, llena de tesoros históricos incluyendo algunos de los templos budistas más antiguos de Japón.

Después de desayunar me voy a la estación, dónde se puede coger cualquier tren de la JR Nara Line, dónde en poco más de una hora te deja en la ciudad. En mi caso me monté en el de las 08:03h y llegué a Nara directamente a las 09:17h.

Llegado a la estación JR, la primera visita la hago a través de un circuito a pie por Nara-Koen, acompañado de nuevo por los mensajeros de los dioses, es decir, por decenas de ciervos que acampan a sus anchas a través de los parques y calles de la ciudad.



Nara dispone de 8 monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y además aquí fue el primer lugar dónde pude presenciar el Sakura o el cerezo en flor, aunque no lucían muy bonitos en el día de hoy porque el cielo está muy gris y de vez en cuando está lloviendo.

Los principales monumentos de la ciudad que pude visitar son los siguientes, ya que me empezó a llover en mi visita a la ciudad y tuve que suprimir visitas, muy a mi pesar.

- Nara Park o Nara Koen, es un parque grande y agradable para pasear en el centro de Nara, y dónde están ubicadas muchas de las atracciones turisticas más importantes de la ciudad, siendo la residencia de cientos de ciervos que vagan libremente por la zona , considerados mensajeros de los dioses en Shinto, y dónde toda la gente se acerca a alimentarlos con galletas que se compran en los tenderetes cercanos.















- Templo Todaiji, es uno de los más famosos y significativos de Japón y es un punto de referencia en Nara. Fue construido en el 752 como el templo central de todos los templos budistas de Japón. En su interior alberga la estatua de Buda en bronce más grande de Japón con más de 16 metros de altura, el famoso Daibutsu. Está abierto de 08h a 17h y la entrada cuesta 500 yenes.

















- Sarusawa-ike Pond, ubicado al lado del Templo Kofukuji, con una gran pagoda que queda reflejada en un pequeño lago y que es una de las estampas más bonitas de la ciudad.




- Kofuku-ji Temple, horario de 09h a 17h, la entrada es gratuita aunque para visitar el Tesoro cuesta 500 yenes y el Tokondo 300 yenes, aunque yo preferí visitarlo solamente por fuera.















Todavía me queda visitar el Santuario Kasuga Taisha, famoso por sus 3.000 linternas de piedra que hay en el exterior, pero está empezando a llover y voy sin paraguas y no hay apenas ningún lugar para resguardarse, así que decido prescindir de la visita e ir dirección a la estación de trenes a paso ligero antes de empaparme mucho por la lluvia.

Prescindo también de subir a la colina para visitar el Campanario de Shoro y el Nigatsu-do, desde dónde hay unas vistas impresionantes de la ciudad, pero el tiempo no acompaña nada y mejor dejarlo para mejor ocasión.

De camino me encuentro el Templo Shin-Yakushiji, dónde puedo ver en su entrada los primeros cerezos en flor y no puedo resistirme a entrar y hacerle algunas fotos mientras voy desafiando a la molesta lluvia.













De camino a la estación decido ir a dar una vuelta por el pueblo de Nara, dónde las calles próximas a la estación están cubiertas y así puedo protegerme de la lluvia, y dónde realizo mi primer gran descubrimiento del viaje: las tiendas de todo a 100 yenes, llamadas Daiso. Como su nombre indica, son tiendas bastantes grandes muy parecidas a nuestros antiguos "Todo a 100" (cuando existían las famosas pesetas), y dónde venden de todo, desde comida hasta material escolar, pasando por productos frikies y utensilios de menaje para la cocina. Aquí hice mis primeras compras del viaje, y es que encontré unas teteras pequeñitas japonesas de decoración, muy chulas y que también me sirvieron de regalo para la familia y amigos, por solamente 100 yenes cada una.

Hay tiendas repartidas por varias ciudades de Japón, y os recomiendo que entréis a darle un vistazo porque hay cosas muy interesantes y bastante baratas, y puede ser una buena ocasión para encontrar ese souvenir o regalo para traerle a vuestras amistades por muy poco dinero.

Sigue lloviendo aunque parece que ya no lo hace con mucha intensidad, de todas maneras decido dar por finalizada mi visita en Nara y me voy hacia la estación, dónde me dirijo a una de las visitas que más ilusión me hace de todo el viaje, que no es otra que Fushimi Inari Taisha.


Vuelvo a tomar la JR Nara Line hacia Inari, dónde solamente salir de la estación y cruzar la calle, nos encontraremos el gigantesco torii rojo de entrada al Santuario. Por suerte para mi ya no llueve, así que podré disfrutar tranquilamente una de las visitas más esperadas de todo el viaje.




Fushimi Inari es el principal santuario dedicado al dios Inari, dios del arroz y patrón de los comerciantes, ya que desde tiempos muy antiguos se asociaba una buena cosecha de arroz con tener prosperidad en los negocios.

En la entrada del santuario veremos a varias estatuas de dos zorros o más conocidos como Kitsune, mensajeros del dios Inari, con una llave en la boca que simboliza el lugar dónde se guarda el arroz, y por consiguiente, la riqueza. Encontraremos varios kitsune a través de los senderos del santuario.

Lo primero que haremos al traspasar su puerta, será el ritual nipón de purificarnos, es decir, cogeremos esa especie de pucherito con la mano izquierda y nos echaremos el chorro de agua en la mano derecha, después a la inversa y para finalizar un trago en la boca, dónde nos enjuagaremos (a ser posible sin hacer gárgaras) y escupiremos el agua al suelo. Ahora ya estamos purificados y preparados para continuar la visita.









El paseo por Fushimi Inari transcurre a través de sus torii de color rojo, esos arcos de madera con inscripciones en japonés, y se puede llegar hasta arriba del todo a través de ellos por un sendero de pequeños escalones con una longitud de 4 kms, dónde os informo que es un bonito paseo pero es muy cansado si queréis hacerlo todo el trayecto, así que mi recomendación personal es que lo empecéis sin prisas alguna y totalmente relajados, disfrutando del momento y a medida que vayáis avanzando, decidís si queréis llegar hasta el final y volver de nuevo al inicio, o si veis que estáis muy cansados y el cuerpo os pide volver para atrás, os dáis media vuelta sin problema y sin comeros la cabeza porque no habéis podido realizar todo el trayecto.



Pero por si algo nos recuerda Fushimi Inari es por una de mis peliculas favoritas, Memorias de una Geisha, dónde en el inicio de la película se rueda la secuencia en el Senbon torii (la bifurcación de los dos caminos de torii), se ve a la pequeña Sayuri corriendo alegremente a través de los torii.

Decido empezar la visita sin estresarme, disfrutando de cada momento y de cada paso que doy, y solamente mis pies y mi cuerpo me dirá si podré aguantar los 4 kms. de ascensión a través de sus escalones.


























Durante la ascensión te puedes ir saliendo del sendero para ir contemplando las vistas, o para comprar algo de beber en algunas máquinas expendedoras que hay por el lugar, así que con la tontería conseguí subir hasta la cima aunque en muchos momentos estuve tentado en darme media vuelta, pero cada vez que me cruzaba con alguna persona se paraban conmigo y me pedían hacerme una foto con ellos y me daban ánimos, así que cuando veía a una pobre anciana de 80 años que subía con el ritmo que lo hacía, yo sentía vergüenza de mi estado físico y sacaba fuerzas de dónde no había para seguir con la aventura, hasta que finalmente lo conseguí.

Ahora toca bajar de nuevo y a un ritmo más deprisa si no quiero que se me haga de noche en el sendero, y lo más importante, buscar un lugar para comer algo que como siempre, me he saltado la comida y estoy bastante hambriento.

El descenso es bastante más llevadero pero también es algo cansado, así que después de fotografiar cada rincón del santuario de Fushimi Inari, me prometo volver en los próximos días si me sobra tiempo, y me voy a la salida del santuario, dónde hay varios restaurantes y aprovecho para comerme un plato de ramen calentito, y antes de coger el tren me doy una vuelta por algunas tiendas de decoración y souvenirs que hay por allí, dónde acabo comprando alguna cosilla.

Ahora si, cojo el tren de nuevo a Kyoto, dónde me separan escasamente 5 minutos, y cuando llego a la estación Central de Kyoto y me dispongo a salir a la calle veo que está otra vez lloviendo. Cierto es que estoy cansado y tengo los pies molidos, pero son las 18h de la tarde y me niego a volver a mi alojamiento tan pronto para no volver a salir, así que me replanteo las opciones y decido al momento ir a visitar el Nishiki Market, uno de los mercados más antiguos de la ciudad y encima está cubierto, por lo que no hay problema con la lluvia, así que decido coger por primera vez el metro de la ciudad, la Karasuma Line (línea verde), y bajarme tres paradas después, en Karasuma-oike.































La visita es muy agradable y es un espectaculo visual visitar sus paradas de comida, dónde amablemente te van ofreciendo sus mejores productos para degustar siempre con una gran sonrisa en la boca.

Aprovechando las horas que son y para no retrasarlo más, me quedo a cenar en uno de los numerosos restaurantes que hay en las calles aledañas, y cuando acabo me voy de nuevo a la estación de metro dónde poco después llego de nuevo a la estación central de Kyoto.

Sigue lloviendo un poco y estoy muy cansado, así que me paro en el combini Lawson a comprar mi desayuno para mañana, me fumo un cigarro por el camino y sobre las 22h de la noche estoy entrando en mi alojamiento, dónde todavía tengo que ducharme y repasar la ruta de mañana.

Estoy destrozado pero muy feliz, a pesar de la lluvia, todo está saliendo a la perfección.

DÍA 5.- KYOTO (Zona Este) 

Hoy ha amanecido lloviendo, así que me voy a tomar un pequeño respiro y me voy a dedicar a visitar parte de los templos de la ciudad de Kyoto, más concretamente los que están ubicados en la zona este de la ciudad.

Después de desayunar en mi habitación me dirijo hacia la estación de trenes de la ciudad, dónde justamente enfrente de la puerta principal se encuentra la estación de autobuses, dónde en un kiosco compro el abono diario por 500 yenes, que me permite coger de manera ilimitada todos los autobuses de la ciudad por un tiempo de 24 horas.



































Con mi abono de transporte en el bolsillo, cojo el autobús número 100 (os recuerdo que se sube por la parte de atrás de los autobuses y se baja por la parte de delante), y que hay que validar siempre las tarjetas de transporte, aunque viendo el respeto y la educación que hay en Japón es impensable que ellos no lo hagan.



Como el día está muy gris y está chispeando, voy a intentar hacer visitas que no tenga que estar mucho en el exterior y así no mojarme, y en los próximos días intentaré visitar el resto si el tiempo y los horarios me lo permite. Así que he decido empezar la visita por el Templo Plateado.

Para llegar al Ginkakuji o más conocido como el Templo Plateado, simplemente hay que coger el bus número 100 y bajarse en la última parada, Ginkakuji-mae, dónde al bajarnos caminaremos unos 4 minutos (está bien señalizado) y de seguida llegaremos.

Es muy recomendable llegar bien pronto por la mañana porque de seguida se llena de gente y después es más molesto para ir haciendo fotos decentes sin que salga nadie. Aparte del propio templo, es muy recomendable pasear y visitar sus jardines, sobretodo su jardín zen. El ticket de entrada cuesta 500 yenes y su horario es de 08h a 17h, interrumpidamente.
















Como se puede observar, el Templo no es de plata y es de madera, y es que por falta de presupuesto en su momento no se pudo recubrir el templo con pan de plata. Muy recomendable es seguir el sendero hacia arriba y contemplar las vistas de la ciudad desde lo más alto.

En mi bajada de nuevo coincidí con un grupo de estudiantes que muy tímidamente me hacían fotos robadas y algunos se atrevieron a pedirme fotos conmigo, a la que no puse ningún impedimento pero que me hizo estar allí más tiempo de lo que me hubiera gustado.

Parece que el día está aguantando y aunque está chispeando tímidamente y el cielo está muy gris, no llueve y no impide realizar las visitas que me he propuesto para el día de hoy.

Saliendo del Ginkakuji y bajando la cuesta a mano izquierda, de seguida llegamos al Tetsugaku-no-michi, más conocido como el Camino de la Filosofía, un paseo bordeando un canal muy bonito y que en aquel momento estaba muy bonito gracias al florecimiento del cerezo.













La visita es muy agradable y no os llevará mucho tiempo, todo depende de vuestro ritmo y las veces que os paréis a hacer fotos, y es que la zona está muy animada porque está llena de tiendas dónde comprar algún recuerdo y galerías de arte.

Siguiendo el camino se llega a la entrada del Templo Eikan-do, que es bastante interesante, y justo al final del Camino de la Filosofía se encuentra el Templo Nanzen-ji.







































Después de las visitas deshago mis pasos y vuelvo al Camino de la Filosofía, dónde me paro a comer algo por la zona antes de que se me haga más tarde, y vuelvo a coger el bus número 100 hacia la estación de Kyoto, aunque como todavía es pronto decido por el camino bajarme en la parada Sanjusangendo-mae y así poder visitar el Templo Sanjusangendo, templo budista y dónde destacan las 1001 estatuas de la diosa Kannon. El ticket cuesta 600 yenes y su horario es de 08h a 17h, y lo más importante de todo es que está totalmente prohibido hacer fotos en su interior.



Cuando salgo veo que está lloviendo a mares, todo lo que ha ido aguantando durante el día lo ha descargado ahora en un momento, así que después de estar esperando un rato a ver si despejaba, cojo de nuevo el bus y me voy hasta la estación central, dónde decido improvisar porque no deja de llover.

Después de estar un rato reflexionando y como todavía es pronto y no tiene intención de dejar de llover, me acordé de un consejo de mi amiga Eva que estuvo visitando el país hace unos meses y me recomendó encarecidamente visitar el Acuario de Osaka, así que no vi mejor momento que éste para aprovechar y hacerle una visita, almenos estaría entretenido y no me mojaría.








Desde la estación de Kyoto cogí el JR hasta la estación de Osaka-ko, en un trayecto de unos 20 minutos, y desde la estación caminando unos 5 minutos más se llega al Aquarium Kaiyukan.

El horario es amplio, ya que permanece abierto de 10h a 20h, y el precio del ticket es de 2.000 yenes, quizás un poco caro pero una vez dentro cuando acabas la visita te parece un dinero muy bien invertido.

Mapa tridimensional de KAIYUKAN

La visita es muy amena y entretenida, la única pega que le pongo es que mi visita al coincidir en un día de lluvia muchísima gente tuvo el mismo pensamiento que yo, además de coincidir con algún grupo de escolares, y aunque no tuve ninguna sensación de agobio si que a la hora de hacer fotos me vi un poco saturado porque se veia más a la gente que a la fauna marina. Aún y así, la visita es muy recomendable.


























La verdad es que he disfrutado como un enano y prácticamente he salido cuando estaban a punto de cerrar, así que tanto si es un día de lluvia como si no, os recomiendo la visita si tenéis tiempo.

Aprovechando que el tiempo ha dado una tregua, aprovecho para hacer una visita a la bahía de Osaka, dónde destaca su gigantesca noria, que prescindí rápidamente de subir para que no me pillara la lluvia desde lo más alto de la ciudad, aunque me hubiera gustado hacer algunas fotos desde las alturas.







De nuevo empieza a chispear, así que es momento de volver a la estación antes de mojarme demasiado y coger el tren hacia Kyoto, dónde buscaré un lugar para cenar y volveré a mi alojamiento.

Es sorprendente como van los vagones de metro en el país, y es que a pesar de no ser hora punta (como comprobaría días más tarde en Tokyo) van a tope, y cuando uno se piensa que es imposible que quepa más gente, la gente sigue intentando subir a base de empujones de una manera muy educada.


Cuando llego a Kyoto otra vez está lloviendo fuerte, así que mato el tiempo por las tiendas de la estación mientras busco un lugar para cenar, hasta que me dan las 22h de la noche y decido volver a mi alojamiento, dónde al verme entrar chorreando la dueña del ryokan, Nabuko-San, lo primero que hace es prepararme un paraguas grande y transparente y decirme que a partir de mañana que me lo lleve a mis visitas, pero que no me moje más. La verdad es que los japoneses son muy hospitalarios en general, pero en mi ryokan se han preocupado en todo momento por mi y en que me sintiera muy agusto allí.

Después de la ducha y repasar un poco las posibles rutas de mañana en función del tiempo que me encuentre al despertar, me voy a dormir, que ya empieza a notarse los días de viaje y los tutes caminando.

DÍA 6.- KYOTO (Zona Oeste) 

A pesar de sentir como ha estado lloviendo toda la noche, hoy ha amanecido muy nublado y chispeando, así que decido no moverme de Kyoto y seguir visitando esta maravillosa ciudad.

Lo primero que hago es dirigirme hacia la estación, pero por el camino me paro en el Lawson y me compro el desayuno, ya que la noche anterior no lo hice porque estaba lloviendo. Voy desayunando por la calle tranquilamente sin prisas hasta que llego a la estación de autobuses.

Hoy voy a coger el bus número 101 y me voy a bajar en la parada Kinkaku-ji, lugar dónde se encuentra el Templo Kinkakuji o más conocido como el Templo Dorado, personalmente mi templo favorito de todo Japón, y al que hay que visitar obligatoriamente si visitas el país.

El ticket cuesta 400 yenes y a pesar de ser las 08:15h de la mañana, ya hay otras personas dispuestas a visitar el lugar, así que os recomiendo encarecidamente que vayáis pronto para poder hacer fotos en condiciones y no sufrir el agobio de los turistas.

El Templo Dorado fui construido en 1.408 e incendiado premeditadamente en 1.950 por un monje loco. La estructura dispone de tres plantas y está totalmente recubierta de pan de oro.














El lugar es mágico e impresionante, lástima que el día está muy nublado y los colores de las fotos no le hacen justicia al lugar, pero con un poco de sol o ver el atardecer desde allí tiene que ser impresionante.

El camino continúa a través de un sendero lleno de vegetación y que pasa por detrás de la estructura del templo, es un paseo muy relajado y dónde se respira mucha tranquilidad y espiritualidad .










Os recomiendo que hagáis una visita en la tienda de souvenirs de dentro del Templo Dorado, normalmente no me paro en ninguna y no las recomiendo, pero esta vez si que lo haré porque tienesn artículos muy bonitos que no encontraréis en otros lugares. Mi mejor compra aquí fuera una agenda telefónica muy bonita, que a pesar de ser un poco cara (3.000 yenes) es de los artículos que más me gustaron de todo el viaje.

Con mucha lástima abandoné el lugar del que gran recuerdo guardo, pero las visitas continúan y el tiempo se tira encima. Mi próxima visita será al Ryoanji, dónde tengo dos opciones, o bien coger el autobús número 59 que en menos de 5 minutos me dejará en la misma puerta, o bien llegar a través de un paseo de unos 20 minutos. Como hoy también he comprado el abono diario del bus por 500 yenes, me despreocupo de todo y espero el bus número 59 que llega al poco de estar esperando.

En 5 minutos ya estoy en la puerta del Ryoanji o más conocido como el Templo del Dragón Calmado, famoso por su jardín zen y dónde la entrada me cuesta 500 yenes.

La gracia del lugar es observar su gran jardin zen de forma rectangular, llena de grava perfectamente cuidadas y alineadas, dónde hay 15 piedras o rocas de diferentes tamaños dónde se dice que no se pueden divisar todas a la vez elijas el ángulo que elijas para observarlas, ya que siempre habrá una escondida o tapada por otra. Después de intentar observarlas desde diferentes ángulos y perspectivas del lugar, puedo dar fe que es imposible verlas todas a la vez.

El lugar es un romanso de paz y tranquilidad, con un silencio y respeto que todo el mundo cumple escrupulosamente y que hace que salgas con una sensación de relax y paz en tu interior.






Al abandonar el Ryoanji decido dar un pequeño paseo por un sendero próximo aprovechando que acaba de salir el sol, hasta llegar al Templo Ninna-ji dónde decido hacer una visita express y no perder mucho tiempo.







Después del paseo deshago mis pasos y vuelvo a la puerta del Ryoanji, dónde cojo el autobús 59 de nuevo hasta el final de la parada y allí hago transbordo y espero un poco hasta que pase el autobús número 11 que me lleve a las afueras de Kyoto, exactamente al distrito de Arashiyama, dónde después de bajarme en la parada Tenryuji-mae, llego al Templo Tenryu-ji, uno de los templos más importantes de la escuela zen Rinzai, y sobretodo, el Bosque de Bambú Sagano, motivo principal de la visita hasta aquí, que se encuentra justo al salir del Templo Tenryu-ji.


El lugar lo tenía idealizado desde hace mucho tiempo y llegaba con muchas expectativas, y aunque el lugar es imposible que decepcione a nadie, yo personalmente esperaba mucho más del lugar, aunque seguramente la culpa sea mia por esperar cosas que no son, pero por 500 yenes que cuesta la entrada no esperaba encontrarme un camino o sendero de apenas 200 metros de recorrido, petado de gente dónde tuve que esperar un buen rato para hacer una foto en condiciones y sobretodo, no me esperaba que pasaran coches y tráfico en un lugar tan tranquilo y relajante como aquél.

Después de la visita, y pensando en algún lugar para comer, decido coger el primer tren de la JR Sagano Line en la estación de Saga Arashiyama, y me dirijo hacia la zona de Ponto-Cho, dónde termino comiendo en las calles aledañas del Mercado de Nishiki.

Parece que el tiempo está aguantando así que aprovecho para visitar el Santuario sintoísta de Yasaka, ubicado al final de la calle Shijô, en pleno barrio de Gion-Shimbashi.



La entrada es gratuita y merece la pena ir viendo cada uno de los pequeños santuarios que allí se encuentran, y más en esta época, dónde puedo observar el hanami y los primeros cerezos en flor, aunque tengo que reconocer que me encantaría visitarlo durante el Gion Matsuri, que debe ser espectacular, y espero que un futuro no muy lejano pueda cumplir mi sueño.


























Un paseo espectacular y que me sabe a poco, pero está cayendo la tarde y el tiempo no me acompaña demasiado, así que me prometo a mi mismo que haré todo lo posible para visitar de nuevo este lugar en mejores condiciones y dedicándole mucho más tiempo, sobretodo al Parque Maruyama.

Decido ir a una de las zonas que más ilusión me hacía de todo Kyoto, que no es otro que al famoso Barrio de Gion, más conocido como el barrio de las Geishas y Maikos, que desde que vi la película "Memorias de una Geisha" me tiene enamorado. Al contrario de lo que las personas se piensan, las geishas no son prostitutas, sino que desde muy jóvenes son enseñadas y entrenadas para ser animadoras profesionales y tienen grandes conocimientos de cultura tradicional, entre ellas la música y el protocolo. Es normal verlas actuar en teatros, restaurantes, casas de té o en eventos privados contratadas por ricos empresarios.

Las maikos son aprendices de geishas, y es fácil diferenciarlas por sus peinados, maquillajes o adornos en el pelo, aunque si nunca hemos visto a ninguna, nuestra primera impresión siempre será que todas son geishas. Hoy en día prácticamente existen muy pocas geishas en Japón.

Las calles de Gion dónde se suponen que puedes encontrarlas son calles estrechas, bien adornadas con farolillos de colores, en casas de madera de planta baja y en una zona llena de restaurantes y pequeños comercios, dónde abundan las casas de té.



















Al caer la noche es cuando se puede ver el ambiente espectacular, con todas las calles iluminadas con sus farolillos, y hay que tener mucha paciencia para poder encontrártelas, ya que suelen salir y moverse muy rápido, apenas se dejan ver y almenos cuando fui yo era imposible fotografiarse con ellas porque aparte de la barrera del idioma, suelen taparse la cara o intuir que te están diciendo que están trabajando y les está esperando sus clientes y que no pueden pararse.

Yo tuve mucha paciencia, ya que entre el frio que hacia y la pequeña lluvia que caia en ese momento, jugué a ser "paparazzi" por un día al igual que las decenas de turistas que nos encontrábamos por la zona, algunos abandonaban el lugar ya bastante tarde arrojando la toalla por no encontrar ninguna, y los pocos valientes que aguantamos allí finalmente tuvimos nuestra recompensa cuando vimos aparecer un taxi con varias geishas en su interior, que se esfumaron en un momento hacia el interior del local, y poco después pudimos ver algunas que se aproximaban rápidamente por la calle, así que hay que ser muy avispado y estar en alerta en todo momento, y sobretodo, tener vuestras cámaras apunto porque la rápidez aquí es una virtud para todo viajero.









Con el subidón de adrenalina por poder ver mis primeras geishas y cumplir uno de los objetivos de mi viaje, pasadas las 21h de la noche deshice mis pasos de nuevo hacia Ponto-Cho, dónde me fui en busca de algún lugar para cenar mientras no paraba de ver las fotos que acababa de hacer, y después de la cena volví a pasar de nuevo por el Santuario de Yasaka, para verlo de nuevo iluminado de noche.




Ahora si que me dispongo a volver a mi alojamiento, así que aprovechando que todavía tengo vigente mi abono del bus que compré esta mañana, espero enfrente del santuario que llegue mi bus que me lleve a las inmediaciones de la estación central de Kyoto, y después de pararme en el Lawson dónde ya me conocen de todos estos días, pasadas las 23h de la noche hago acto de presencia en mi alojamiento desde las 07h de la mañana que he salido.


Tengo los pies molidos y mucho cansancio acumulado de todo el tute que me estoy pegando todos estos días, pero estoy muy feliz y me siento muy afortunado de estar conociendo este impresionante país que de cada día que pasa, me tiene más enamorado y más enganchado, aunque soy consciente que me van a faltar más viajes para conocer lo más importante del país y su cultura.

Después de una ducha y con una sonrisa en la boca, me meto dentro de mi futón con la tranquilidad y felicidad de haber conocido todo lo que he conocido hoy y que llevaba tanto tiempo soñando.

DÍA 7.- KYOTO -  HIMEJI - KOBE - KYOTO 

Hoy de nuevo ha amanecido con el cielo muy gris y con toda la pinta de llover, asi que decido arriesgarme y seguir con mis visitas previstas. Después de desayunar en mi habitación me voy de nuevo hacia la estación, dónde cojo el shinkansen  Hikari de las 08:16h y tras hacer un breve transbordo en Osaka, cojo el Kodama que me deja en la estación de Himeji prácticamente una hora después de haber salido de Kyoto.







El motivo principal de la visita a esta población es para visitar el famoso castillo de Himeji-jo, conocido como el "Castillo de la Garza Blanca", uno de los más bonitos de todo Japón, y uno de los cuatro castillos en Japón considerado como Tesoro Nacional, y en el que tuve mucha suerte de visitarlo porque poco después permanecería cerrado para su correspondiente rehabilitación y lavado de cara.

Desde la estación de Himeji al castillo se puede llegar a pie en un agradable paseo de unos 20 minutos por la avenida Otemae-dori, o bien coger un bus que te deja en unos cinco minutos en la puerta del castillo. Como todavía es pronto y de momento no llueve, me inclino por llegar dando un paseo.

El horario es de 09h a 16h y el precio de la entrada es de 600 yenes, y aunque la visita es más que recomendable, el precio me parece un pelín excesivo para todo lo que ofrece.

Una vez que llegué al Himeji-jo se puso a llover, y aunque es bastante molesto porque no puedes sacar fotos en condiciones y vas con miedo a que no se te moje las cámaras fotográficas, no fue impedimento para realizar la visita tal y como estaba previsto. Quizá lo que más me chocó es que a la entrada del Himeji-jo nos dieran una bolsa y nos obligaran a descalzarnos y meter nuestro calzado dentro, y realizar la visita descalzo. Me parece genial que quieren proteger su patrimonio, pero el día precisamente no acompañaba nada para hacer una visita descalzo con el frio que hace.



























La visita al interior del Himeji-jo depende de cada uno, yo por ejemplo estuve más de dos horas y media ya que es un poco entretenido. Al finalizar la visita me dirijo al cercano a los jardines Koko-en, que es un jardín japonés con nueve jardines más en su interior, cada uno diferentes y de una temática diferente, pero todos relacionados con la época Edo.

El horario del Koko-en es de 09h a 16:30h y el precio de la entrada es de 300 yenes. Aparte de las estancias y los estanques que pude encontrar en su interior, lo que más me gustó fue una exposición en su interior del Ikebana, que es el arte floral japonés basado en la armonía y la inclusión de flores y plantas que nos ofrece la naturaleza. Nunca había visto nada tan maravilloso y mi cámara se volvió loca haciendo fotos sin parar (que más tarde pagaría las consecuencias).












































Aunque no sea muy turistico, la visita me parece muy interesante y es otra forma de conocer el arte tradicional japonés. Después de la visita vuelvo a coger la avenida Otemae-dori dónde paseo tranquilamente mientras me voy parando en las tiendas y sobretodo viendo los escaparates dónde tienen expuestos los bonitos kimonos de seda que llevan las japonesas, a precios prohibitivos.


Son prácticamente las 14:30h de la tarde y estoy con el eterno dilema que me acompaña en todos mis viajes: voy en búsqueda de algún lugar para comer y no lo retraso más, o viendo que casi todos los lugares turisticos cierran en un par de horas hago un esfuerzo y aprovecho para hacer las visitas y después ya comeré tranquilamente? Bueno, pues dicho y hecho, decido acabar las visitas y ya picaré algo por el camino hasta que coma en condiciones.

Llego a la estación de trenes de Himeji con la intención de visitar Engyoji, lugar dónde se rodaron escenas de la película "El último samurai", un conjunto de templos en el Monte Shosha y dónde la entrada cuesta 300 yenes. Para llegar al Engyoji venden un ticket combinado por 1.300 yenes que incluye el traslado en bus, que es el número 8 y que hay que bajar en la última parada, y una vez allí el teleférico hasta el Monte Shosha. El bus sale desde enfrente mismo de la estación de Himeji.

Pero como a veces no todo sale como uno tiene planeado, cuando llegué a la estación empezó a llover con fuerza, así que después de reflexionar unos minutos mientras me fumaba un cigarro en la zona habilitada para fumadores si merecía la pena pagar los 1.300 yenes para visitar el lugar en las condiciones que me encontraba en aquel momento por culpa del tiempo, con todo mi dolor desistí de la idea inicial y me fui al interior de la estación a picar algo de comer para engañar al estómago, y decidí coger el tren para pasar la tarde en Kobe, una de las ciudades más bonitas de todo Japón.

Decidí coger el primer JR con destino Sannomiya (Kobe), y en apenas 40 minutos llegué a la ciudad, dónde después de ubicarme un poco y pedir un mapa en la Oficina de Turismo, me fui a visitar el barrio chino de Nankinmachi, un barrio chillón y bullicioso lleno de tiendas y restaurantes.



La sorpresa vino cuando al sacar mi cámara de fotos vi que la batería estaba agotada, no sé si debido a todas las fotos que hice en Himeji por la mañana o bien al descuido que tuve en dejarmela encendida sin darme cuenta y guardarla, pero lo cierto es que no pude sacar ninguna foto de la ciudad de Kobe, una de las ciudades más bonitas y cosmopolitas de Japón.

Con gran resignación estuve dando una vuelta por el colorido barrio chino, aunque es cierto que me encanta plasmar todo lo que estoy viendo y sintiendo a través de mi visor, pero lejos de martirizarme más todavía decidí relajarme y cambiar el chip.

Después de visitar y disfrutar por las calles de Nankinmachi, pongo rumbo a la Bahía de Kobe, concretamente a la zona del Meriken Park dónde se encuentra el Memorial al terremoto del 95 y la torre del puerto. Se puede subir a ésta última por 600 yenes y disfrutar de unas magníficas vistas nocturnas, pero yo no lo hice porque sabía que si no podía hacer fotos lo iba a pasar muy mal, así que me ahorré pasar ese mal rato. Os dejo una foto del lugar para que os hagáis una idea, aunque la foto no es mía, es de unos amigos que estuvieron en el lugar unos meses antes de que fuera yo.


Para terminar la visita por Kobe, se puede visitar el Kobe Harbour Land, que está llena de centro comerciales, restaurantes y su famosa noria, y también es muy recomendable subir a la planta 18 del edificio Ecoll Marine a través de su ascensor de cristal, dónde hay unas vistas impresionantes y totalmente gratuitas.

Por toda esta zona está llena de restaurantes dónde ofrecen la famosa carne de Kobe, dónde dicen que es la más rica y sabrosa del mundo, dónde cuidan y miman a los terneros desde bien pequeños y riegan la carne con cerveza. Y digo que dicen que es la mejor carne del mundo porque yo no tuve el placer de probarla, ya que cuesta al cambio mínimo unos 150 €, y sinceramente, a mi me da mucha lástima gastarme ese dinero es una cena por muy buena y sabrosa que esté la carne, pero cada uno tiene sus preferencias y su presupuesto, y en el mío precisamente no entraba probar la carne de Kobe, así que prefiero cenar en un sitio más modesto a base de ramen. Tengo amigos que han ido a Kobe y se han pegado el homenaje cenando su deliciosa carne, y me lo han recomendado mucho, pero dudo mucho que en mi futuro viaje al país vaya a probarla con toda la necesidad que existe en nuestro mundo, pero respeto las decisiones de todo el mundo y más cuando se trata de su dinero.

De vuelta a la estación JR de Kobe (Hyogo), cojo el tren de las 22:13h y tras un breve transbordo en la estación de Osaka, llego a Kyoto a las 23:10h, dónde después de repetir el ritual de cada día en el Covenience Store (Lawson), llego a mi alojamiento cerca de las 00h de la noche, dónde solamente tengo fuerzas para ponerme el yukata, poner las baterías de las cámaras a cargar y meterme dentro del futón, dónde caigo fundido en un santiamén.

DÍA 8.- KYOTO -  OSAKA - KYOTO 

Hoy parece que el tiempo me va a dar una tregua y no hay previsión de lluvias, justamente hoy que es mi última día haciendo campamento base en Kyoto, así que quiero aprovechar al máximo el día.

Como cada día, me dirijo a la estación de autobuses después de desayunar y cojo el bus número 205, dónde me bajo en la parada Kiyomizu-muchi (la parada Gojo-zaka también es válida, igual que el bus número 100), y desde aquí hay una pequeña subida de varios minutos a través de las calles comerciales y agradables de Kyoto hasta llegar a uno de los templos más bonitos y maravillosos de la ciudad, el Templo de Kiyomizudera, que significa el "Templo del agua pura".

Su horario es de 06h a 18h aproximadamente y la entrada cuesta 300 yenes.

















El Templo de Kiyomizudera está rodeado de naturaleza y desde su terraza principal, llamada Hon-do, se tienen unas vistas impresionantes de la ciudad de Kyoto. Allí mismo se encuentra la fuente de los tres chorros llamada Otowa-no-taki, dónde cada caño va tirando un chorro de agua y dónde los visitantes acceden a beber ya que se piensa que tienen propiedades terapéuticas. Se dice que beber de esta agua proporciona a uno salud, longevidad y éxito en los estudios, así que después de hacer un poco de cola para acceder a ella no dudé ni un instante en beber de sus curativas aguas.




Sigo disfrutando de toda la zona tranquilamente, y aunque el complejo es bastante extenso ya que tiene más de una veintena de pabellones interesantes, yo me conformo con visitar los más importantes, que bajo mi criterio es el Nio-mon, Sai-mon, Shoro, Shanju-no-to, Asakura-do y la maravillosa terraza de Hon-do, con las vistas que os comentaba anteriormente de la ciudad.













Cuando acabo la visita salgo por la calle Sanmekaza, esta vez es cuesta abajo, y es una bonita calle con decenas de comercios a cada lado, predominando las tiendas de souvenirs y regalos, y los pequeños restaurantes. Este es un buen sitio para hacerse con algún recuerdo de la ciudad y de Japón en general, ya que prácticamente encuentras casi de todo y bastante bien de precio, con regalos muy originales, destacando los pequeños estuches dónde llevan incorporado el juego de té japonés y que son muy bonitos.

Como prácticamente aún no he comprado mucha cosa durante el viaje, aquí es uno de los lugares dónde compro más cosas y dónde más recuerdos me llevo para casa. Por las calles paralelas también hay pequeñas tiendas dónde tienen articulos muy interesantes. Al final con la tontería he cargado bastantes cosas y antes de irme a Osaka pasaré por mi alojamiento a dejarlas en mi habitación.

Aprovechando que estoy cerca, decido volver a visitar el Santuario Yasaka que visité hace dos días, pero ahora sin lluvia y mucho más tranquilo, la verdad es que cambia mucho un lugar de hacerlo sin lluvia.









Vuelvo de nuevo a la zona de Gion y voy en busca de una tienda que me han recomendado en mi alojamiento, ya que quiero llevarme una tableta de madera o un pequeño mural en papel de arroz con la caligrafía de mi nombre escrito en kanji, así que me resulta fácil encontrarla porque llevo la dirección escrita en japonés y cuando se la enseño a cualquier persona por la calle lo entienden a la primera y me guian perfectamente. Cuando llego a la tienda compruebo que tiene dos plantas y que venden casi de todo, desde souvenirs originales, productos frikies y pasando por increibles catanas japonesas que cuando me acerco a mirar los precios, veo que de mil euros no bajan...

Cuando me atiende una chica e intento explicarle lo que quiero, se sonroja bastante y me dice que espere, y al momento me viene un señor que resulta ser que chapurrea español porque ha estado muchas veces de vacaciones en nuestro país, y que curiosamente, es el artista que tiene que hacerme lo que quiero, así que me resulta todo mucho más fácil.

Viendo que las tabletas de madera pesan mucho y son mucho más caras, tengo la opción de hacerlo sobre tela de ropa o sobre papel de arroz, que después se rematará con un protector de plástico que protegerá toda la caligrafía. Como en las afueras de Kiyomizudera he comprado en una pequeña tienda una caligrafía sobre tela, aquí me decido por el papel de arroz, y les dejo encargado las diferentes caligrafías que quiero y tengo encargadas, siendo un resultado final espectacular y mucho más barato de lo que me esperaba, ya que por prácticamente 1.000 yenes me han hecho cada caligrafía enmarcada.

Por mucho que lo he buscado no he encontrado el nombre de la tienda, solamente puedo decir que está en la zona de Gion muy cerca del puente, y que la tienda dispone de dos plantas y venden de todo.

Hora de coger de nuevo el bus, esta vez cojo el número 100 hasta la estación central y me voy corriendo hasta mi alojamiento, dónde se sorprenden al verme tan pronto porque cada día llego a las tantas de la noche, así que le explico a Nabuko-san que vengo a dejar las compras en la habitación, le doy las gracias por todas sus recomendaciones y ayuda, y me voy de nuevo pitando hacia la estación, dando por finalizadas mis visitas en Kyoto (me ha faltado la zona del Palacio Real) y me dispongo a coger el shinkansen para Osaka, dónde comeré y pasaré toda la tarde allí.



Osaka es la tercera ciudad más grande de todo Japón, solamente detrás de Tokyo y Yokohama, y que es muy fácil de recorrer gracias a su eficiente transporte público. Una vez en la ciudad, lo más recomendable es usar la JR Loop Line, que hace un recorrido circular y te deja cerca de las visitas más importantes de la ciudad, y lo mejor de todo, está incluido en nuestro JR Pass.



Mi primera visita prevista es al Castillo de Osaka, aunque solamente lo visitaré por fuera, ya que el castillo está reconstruido y personalmente pierde mucha magia para visitarlo por dentro. Para llegar allí simplemente tengo que coger el JR Loop Line desde mi estación, Shin-Osaka y bajarme en la estación Osakajokoen Station, dónde al salir de la estación atravesaremos el Nishinomaru Park dónde hoy que es sábado hay un ambiente espectacular y toda la gente está haciendo picnic en el parque aprovechando el buen tiempo y sobretodo, los primeros cerezos en flor.
























Después de la visita y de picar algo en los puestecitos callejeros que hay en toda esta zona, mi siguiente destino será el Umeda Sky Building, situado en la zona de Kita, es el séptimo edificio más alto de todo Japón con una altura de 173 metros, así que para llegar allí lo mejor es coger la línea Hankyu y bajarse en la estación Umeda, dónde después de caminar unos 10 minutos atravesando centros comerciales y decenas de comercios, llegaremos al imponente edificio, que tiene un horario de 10h a 22h aproximadamente y el precio de su entrada es de 700 yenes, que puede parecer un poco caro pero las vistas 360ª desde arriba de su mirador compensa con creces el alto precio pagado.




















Después de las impresionantes vistas y de hacer un pequeño descanso mientras me tomo algo, es hora de buscar un sitio para comer, porque veo que si me entretengo más voy a tener que buscar un sitio más bien para merendar y no me gustaría, así que he decidido que después de hacer una visita al centro comercial Yodobashi de Umeda, iré a comer.

El centro comercial, como la mayoría de todo Japón, son impresionantes, con varias plantas todas llenas de electrónicas y es el paraíso de los geeks, dónde puedes encontrar las últimas novedades tanto en informática como en electrónica, aunque los precios son muy parecidos a nuestro país y encima tienes que pagar el suplemento de la garantía asiática del producto, a la española, que es un buen pico.

Así que sin complicarme más, me voy para la zona de Shinsaibashi y entro en el primer restaurante que me gusta, aunque aquí lo díficil es descartar restuarantes porque todos me gustan y se come genial.






Después de comer me paso la tarde visitando la zona, que está llena de restaurantes, pachinkos, sala de juegos, y no puedo evitar entrar a algunas, que aunque no soy nada de entrar en salas recreativas, las de Japón son otro mundo, y aunque no juegues y sea solamente para mirar vale la pena la visita, eso si preparados para aguantar el ruido que hay allí dentro y que te deja medio sordo, y la cara de vicio que tienen los japoneses en estos lugares, y es que aunque esté prohibido apostar en el país, la ludopatía es uno de los mayores problemas a los que se enfrentan en Japón.





Muy curioso también me resulta que cuando sacas tu cámara de fotos en cualquier pachinko u otro lugar, de seguida viene el encargado del local y muy amablemente te hace señas haciendo una cruz con los brazos, informándote que está prohibido hacer fotos en el lugar.

Después del rato de relax me planto en la zona de Dotombori, una de las zonas más animadas de la ciudad de Osaka. De este barrio se dice que el director de cine Ridley Scott se inspiró para crear escenarios de la película de ciencia ficción Blade Runner, y en este lugar es dónde se rodaron escenas de la película Black Rain, interpretadas por Michael Douglas y Andy García.

Pero lo que realmente es espectacular es cuando cae la tarde y se hace de noche, dónde se puede ver la zona toda iluminada con explosivas luces de neón, abarrotados comercios y gente por cualquier sitio, destacando por encima de todo la famosa noria y el maravilloso cartel de Glico.



















Después de hacer millones de fotos de toda la zona, visitar toda su zona comercial, hacer algunas compras en su centro comercial "Don Quijote", parecido a un "Todo a 100 yenes" pero con muchísimos más artículos y productos (días más tarde encontraría otro local en la zona de Akihabara de Tokyo) y de cenar en uno de los cientos de restaurantes que hay en la zona, pasadas las 22h de la noche hice un pensamiento para volver a Kyoto, ya que no quería apurar mucho con los horarios de los transportes y tener que hacer noche en Osaka, así que cogí el metro en la zona de Namba hasta Umeda, y una vez en la estación JR esperé a coger el JR Kyoto Line pero al ver que no pasaba ninguno en esos momentos, decidir tirar de picaresca y coger un Nozomi (recordad que no está cubierto en la JR Pass), pero como era de noche y un trayecto de solamente 15 minutos decidí arriesgarme, y la verdad es que me salió perfecto y no pasó el revisor.

Una vez en Kyoto tocaba despedirse de la ciudad iluminada de noche, ya que hoy será mi última noche en esta maravillosa ciudad que me ha acogido durante una semana y mañana por la mañana tengo previsto salir bien pronto dirección a Tokyo.


Llego a mi alojamiento sobre las 23h de la noche, informo a Nabuko San mi intención de dejar el alojamiento bien pronto por la mañana por si acaso no hay nadie en recepción, y me subo a mi habitación a preparar todo mi equipaje de nuevo, ya que ahora tengo que meter dentro todas las compras que he ido haciendo todos estos días.

Estoy feliz porque a pesar de la lluvia y el mal tiempo, he podido aprovechar mucho todos estos días y he visitado un montón de lugares, pero también soy consciente que me dejo muchas cosas por visitar por falta de tiempo, pero después de una semana me apetece dejar el Japón más tradicional y cambiar al Japón más vanguardista y futurista que tendré la oportunidad de conocer a partir de mañana.

Después de preparar todo y repasar un poco la ruta de mañana, me pongo a descansar unas horas.

DÍA 9.- KYOTO -  TOKYO 

Hoy madrugo más de lo normal y a las 06h de la mañana ya estoy bajando las escaleras de mi ryokán, dónde tengo previsto coger mi shinkansen hacia Tokyo a las 06:48h. Cuando bajo no hay nadie en recepción pero al momento aparece Nabuko San y su madre, una anciana de unos 90 años, dónde me agradecen toda mi estancia, me regalan algunos souvenirs y me desean toda la suerte del mundo; con gran tristeza les agradezco toda su hospitalidad y el exquisito trato que me han dado, y salgo por la puerta, dónde me acompaña la amable anciana que no para de hacerme continúas reverencias hasta que llego prácticamente a la estación, una autentica pasada que me deja muy flipado.

Como todavía tengo tiempo, compro algo de desayunar en la misma estación de trenes y puntualmente cojo el tren hacia Tokyo a las 06:48h, y poco después de las 09h ya estamos llegando a Tokyo, en un trayecto súper cómodo y dónde prácticamente me he pasado las dos horas durmiendo.

Ahora empieza la aventura de verdad, dicen que el transporte en la capital del país es una locura y que es muy díficil de entender y que la gente apenas te ayuda. Yo por suerte reservé mi alojamiento en una zona dónde tuviera parada de transporte público cerca, y finalmente me decidí por la zona de Ikebukuro, una zona que recomiendo bastante. Así que partía con la ventaja de tener en mis apuntes cómo moverme en transporte público, y sobretodo, las indicaciones que me hicieron llegar desde mi alojamiento tan amablemente y que me fueron genial.

Así que desde la estación de Tokyo, lo mejor es coger la Yamanote Line ya que su recorrido circular está cubierta por la JR Pass y así nos ahorraremos bastantes yenes.



El trayecto hasta mi estación me llevó unos 30 minutos, pero al ser domingo por la mañana no encontré esa masificación de gente que tanto asusta, así que pude ir sentado y bastante ancho.

Desde la estación de Ikebukuro hasta mi alojamiento son 5 minutos caminando y gracias a las indicaciones no tuve mucho problema en llegar, excepto que no encontraba mi alojamiento por muy cerca que me parecía que estaba, hasta que finalmente se me acercó un amable japonés y al enseñarle mis indicaciones, me acompañó amablemente hasta la puerta de mi alojamiento que estaba a menos de un minuto de dónde nos encontrábamos, y el problema era que la entrada al alojamiento estaba en una calle paralela a la avenida principal de dónde me encontraba, y era imposible ver cualquier rótulo o cartel de mi hotel. Como siempre, chapeau por la amabilidad y hospitalidad del pueblo nipón.

Cuando llego a mi alojamiento me dicen amablemente que el check in es a las 15h y amablemente se quedan con mi equipaje, así aprovecho para empezar a visitar la ciudad, dónde me esperan 6 apasionantes días en esta gran urbe.

Como hoy es domingo, mi primera visita a la ciudad es muy clara, visitar la zona de Harajuku, lugar dónde podemos encontrar a las famosas cosplays, que son adolescentes que se visten y disfrazan de personajes de manga, de algún videojuego o simplemente de algún cantante, y que cada domingo por la mañana se reúnen en este punto de la ciudad para pasar un rato con sus amigos. Mi visita allí no será pura casualidad, sino que antes de llegar a Japón estuve cuadrando el itinerario para hacerlo coincidir y por eso he salido muy pronto esta mañana de Kyoto.

Así que de nuevo a la estación de Ikebukuro quedándome con el camino para cuando tenga que volver a mi alojamiento, cojo de nuevo la Yamanote Line con mi JR Pass y 5 paradas después llego a Harajuku, dónde al llegar a la estación compruebo la marea de gente que hay y que parece ser, han tenido la misma idea que yo. Aunque todavía es relativamente pronto (las 11h de la mañana), me dirijo al próximo Puente Meiji y puedo localizar a mis primeros cosplays, dónde observo como hacen el friky durante un rato y al final me animo a sacarme alguna foto con ellos.













La verdad es que la gente ésta está un poco zumbada y no tienen sentido del rídiculo, y reconozco que durante el rato que estuve allí observándolos no pude evitar reirme todo el rato de lo cutre que llegan a ser.

Como todavía es pronto y la zona no está en su pleno apogeo, me acerco al próximo Yoyogi Park y visitar el Santuario Meiji, dónde voy recorriéndolo a través de un sendero señalizado y dónde me sorprende ver a ambos lados barriles de sake. Sorprendentemente, apenas hay occidentales y soy de los pocos que hay en el lugar, así que no puedo evitar sentirme como la atracción del día para la población local mientras todo el mundo pide hacerse fotos conmigo.

La entrada al Santuario de Mieji es gratuita y os recomiendo visitarla si os encontráis por la zona.
















Pero lo más sorprendente al llegar al Santuario Meiji es poder observar las diferentes bodas japonesas que tuve la suerte de poder presenciar, y es que por lo que me enteré más tarde, es muy común que muchas bodas se realicen en este santuario todos los fines de semana, viendo los trajes tradicionales de los novios y el respeto que reciben los novios y sus familias de toda la gente que estabamos allí presenciándo ese maravilloso espectáculo que tanto me gustó, pero lo que más me encantó fue pedirle permiso a los novios para fotografiarlos y que no me pusieran ningún problema, solamente me faltó hacerme una foto con la novia, pero no quería abusar de la buena fe de los japoneses.


























Con un subidón de adrenalina después de presenciar por lo menos cinco bodas niponas, y después de comprar algún engimono o amuleto en la puerta del santuario (los amuletos pueden ser para tener suerte en la vida, en el amor, el trabajo, los estudios o simplemente para no sufrir ningún accidente de tráfico con el coche), deshice mis pasos y volví de nuevo hacia el Puente Meiji, dónde ahora ya empieza a haber más movimiento de cosplays y gothic lolita luciendo sus mejores atuendos y sus llamativos maquillajes. Es increible el contraste en apenas unos metros de distancia, pasando del Japón más tradicional en forma de sus bodas, al Japón más moderno y friky a través de sus cosplays y gothic lolitas.

























Había leido que si mostrabas respeto y pedías permiso, no deberías tener ningún problema en que accedan a posar para ti y dejarse fotografiar libremente, pero al ser occidental la realidad es muy diferente, y almenos en mi caso y por mi experiencia personal, cada vez que les pedía permiso para fotografiarlas se ponían a reir avergonzadas y se daban la vuelta para no dejarse fotografiar, hasta que finalmente hice alguna robada cuando algún nipón le hacía alguna foto y ellas se dejaban sin ningún problema.

La verdad es que es un rato muy divertido aunque la gothic lolita imponen un poco de respeto, y más si te quieres meter en su ambiente como yo que no se le ocurre otra cosa que ponerse a escuchar Marylin Manson en mi ipod mientras paseaba por allí.

Justo enfrente de la estación de Harajuku está la famosa Takeshita Dori, una calle comercial de unos 500 metros atestada de jóvenes y con todo tipo de tiendas de retro, disfraces o vestuario para los más atrevidos, sobretodo para otakus o cosplays. Paseando por ella se puede ver a numerosos jóvenes comprando ropa de lo más hortera que he visto en mi vida.




Como ya comentaba, la Takeshita Dori no es muy larga y aunque el mejor día para sentirla y vivirla es un domingo por la mañana, la masificación de gente que uno se puede encontrar hace que la visita sea un poco incómoda, ya que apenas te puedes parar o hacer fotos en condiciones.

Después de la visita volví al Yoyogi Park, ahora ya hay un ambiente espectacular a estas horas, y lo primero que me encuentro al entrar es al famoso grupo de rockabillies japoneses con la música a todo trapo y bailando, la verdad es que estuve un rato observándoles y me gustó mucho, aunque realmente curioso me pareció ver como llevaban sus botas totalmente destrozadas de tanto bailar. Pude grabar unos cuántos vídeos pero no los subiré porque me ocupan mucho.

















Continué paseando por Yoyogi Park, el ambiente es espectacular gracias al día festivo y sobretodo ver como la gente sale a hacer sus picnic al parque con el Sakura o con los primeros cerezos en flor, mientras pasean, corren, sacan sus mascotas y sobretodo, hacen el friky con los amigos mientras ensayan coreografías de sus personajes favoritos, todo en un rollo muy sano.




























Cuando decido acabar de pasear tranquilamente por el Yoyogi Park y finalizar mi visita, me doy cuenta que con la tontería ya son casi las 16h de la tarde, así que vuelvo cerca de la Takeshita Dori dónde ya no hay tanta gente como horas antes y me meto a comer en el primer local que veo que está bien, sin complicarme mucho la vida, que bastante me la complico comiendo a estas horas.

Después de comer decido visitar la cercana Omotesando, una de las calles comerciales y más chic de toda Tokyo, dónde están la mayoría de firmas de primer nivel, como Chanel, Dior y hasta Zara!! A esta zona se la conoce como la avenida de los Campos Eliseos de Tokyo, en clara referencia a su homónima de París. En esta zona puedes encontrar a las personas más consumistas por metro cuadrado del planeta.







Esta zona es bastante conocida gracias a la película "Lost in Translation", peliculón de Sofia Coppola e interpretada por Bill Murray y Scarlett Johansson, dónde algunas escenas de la película fueron grabadas aquí, entre otras. Por esta zona recomiendo una tienda llamada Oriental Bazaar, dónde podréis encontrar un gran surtido de souvenirs y artículos típicos del país bastante bien de precio, que junto a la zona de Asakusa, es dónde mejor de precio los encontré de todo Tokyo.

La avenida Omotesando tiene una longitud de unos 1,2 kms y se puede llegar paseando y haciendo shopping hasta Shibuya, otra de las arterias más importantes de la ciudad. Pero a estas alturas de mi viaje y después del cansancio acumulado estos días, no me apetecía nada caminar hacia allí mientras miraba tiendas carísimas dónde sabía que no iba a comprar nada, así que me volví a la estación de Harajuku y con la Yamanote Line, solamente tuve que bajarme en la siguiente parada, Shibuya.

Shibuya es uno de los distritos comerciales y de entretenimiento más conocidos del país, pero sobretodo es archiconocida gracias a su cruce de caminos cuando los semáforos están en rojo, dónde se dice que lo cruzan más de 5 millones de personas al día.

Mi visita de hoy será simplemente una primera toma de contacto de la zona, ya que en los próximos días exploraré más a fondo la zona, sus centros comerciales y su "Love Hill" o Colina del Amor, dónde hay decenas de hotelitos temáticos dónde los japoneses hacen sus encuentros esporádicos para tener relaciones sexuales. Así que mi visita se limita en dar una vuelta por la zona y en visitar la estatua del perro Hachikô, en homenaje al perro que esperaba a su dueño en la estación cada día incluso después de muerto, y que también fue llevada al cine y estuvo interpretada por Richard Gere.



Cuando me quiero dar cuenta son ya las 19h de la tarde y ya empieza a anochecer en la ciudad, empiezo a estar muy cansado después del madrugón de esta mañana, y me acuerdo que todavía no he hecho el check in en mi alojamiento, así que voy a dar por terminadas mis visitas por hoy y me voy de nuevo hacia la estación JR de Shibuya que está justo enfrente de la estatua de Hachikô, y cojo el JR que me lleve de nuevo a mi zona, Ikebukuro.

Unos veinte minutos después ya estoy en mi estación y al salir a la calle puedo observar que está todo lleno de comercios y sitios para cenar, incluido cadenas americanas de comida rápida, que no pienso probar en este viaje porque soy un apasionado de la gastronomía japonesa. Finalmente me decanto por un local dónde preparan unos ramen buenísimos y me quedo allí a cenar, prometiéndome que volveré en más ocasiones porque tanto la comida como el trato ha sido excelente.

De camino a mi alojamiento doy una vuelta por la zona para bajar la cena, y puedo comprobar que es una zona muy segura (como todo Japón) y que hay muchísimo ambiente por sus calles, llena de luces de neón.



Sobre las 21h de la noche estoy entrando en mi alojamiento, dónde me atiende Mr. Hideki, una persona muy entrañable y muy hospitalaria que me dió un trato excelente durante toda mi estancia y con el que hice buenas migas, y después de recuperar mi equipaje y pagar mi estancia, por fin pude subir a mi habitación, que aunque no fuera muy grande como en la gran mayoría de alojamientos de Japón, tuve una estancia muy cómoda y volvería sin dudarlo.






Ahora si, después de una reconfortante ducha y con mi yukata puesto, me quedo un rato repasando la ruta de mañana y cargando las baterías de las cámaras, y me voy a dormir, que el día ha sido muy largo y bastante provechoso.

DÍA 10.- TOKYO - NIKKO - TOKYO

Hoy me despierto por primera vez en Tokyo, he dormido genial y lo primero que hago es mirar por la ventana y comprobar que no llueve, así que decido que hoy haré mi primera excursión fuera de la ciudad aprovechando que me acompaña el tiempo.

Preparo mi pequeña mochila con las cámaras y mi guia, y pasadas las 07h de la mañana ya estoy buscando un lugar para desayunar, ya que el precio que me ofrecen en mi hotel me parece un pelín caro y prefiero buscar otras alternativas. Como a estas horas la mayoría de sitios están cerrados excepto los Convenience Store que no cierran en todo el día, me apetece algo caliente y me voy camino de la estación, dónde puedo encontrar por el camino un Dunkin Donuts que se convertiría en mi cuartel general cada mañana durante mi estancia en Tokyo.

Hoy mi visita será a Nikkô, que se encuentra en la región montañosa de Kantô, y que es una zona declarada desde 1.999 Patrimonio de la Humanidad.

Lo bueno de coger el tren desde la estación de Ikebukuro es que no tengo que hacer transbordo desde cualquier otra estación de Kyoto, solamente coger el Limited Express JR hasta llegar a Utsonomiya y desde aquí la Nikkô Line que  te deja en la pequeña estación de Nikkô.




Una vez en la estación parten los autobuses hasta la zona de los templos y toda la zona turistica, aproximadamente a 2 kms. de distancia, aunque yo preferí ir andando en un paseo mientras iba conociendo parte del pueblo y visitando algunas tiendas muy bonitas.

Poco antes de llegar a los templos nos encontraremos el famoso puente rojo, llamado el Puente Shinkyo, pero esta visita la dejaré para cuando haya finalizado de visitar la zona turistica antes de que se llene de turistas.

Una vez en el recinto de los templos tenemos varias opciones, o bien ir comprando los tickets individuales de todos los templos seleccionados que vayamos a visitar, o bien comprar una entrada combinada por 1.000 yenes que te da derecho a acceder a todos los templos del recinto.

Yo sin pensármelo mucho me decanté por esta última opción, ya que si vais con tiempo como yo, es lo más rentable.



Las atracciones más importantes (bajo mi punto de vista) para visitar, son las siguientes.

- Tôshôgû: Es el Santuario Sintoísta más famoso de todo Nikkô, en parte gracias a su enorme pagoda de 5 plantas, dónde cada una representa un elementos (tierra, agua, fuego, viento y cielo), pero sobretodo es famosa porque aquí se encuentra el famoso retablo de los 3 Monos Sabios (Mizaru, Kikazaru e Iwazaru), que nos representan los 3 principios básicos del Budismo: "No ver, no escuchar y no decir el mal".

























El horario de la visita es de 08h a 17h, aunque de noviembre a marzo es hasta las 16h.

- Rinno-ji: El nombre abarca un conjunto de 15 templos diferentes, destacando el Recinto de los 3 Budas (Amida Buda, Senju Kannon y Bato Kannon), de 8 metros de altura cada uno. En el mismo recinto se encuentra el Homotsuden (Salón del Tesoro), que contiene tesoro de la era Edo.








Si tenéis tiempo y ganas también se pueden visitar el Futurasan-jinja y el Mausoleo de Tokugawa Iemitsu, aunque este último no llegué a visitarlo porque me encontraba ya cansado de visitar tantos templos.

La verdad es que el recinto es una gozada y un romanso de paz, pero después de una semana por Kyoto visitando prácticamente todos los templos de la ciudad, me encontraba un poco saturado y no me apetecía más templos, así que a partir de aquél momento me volví más selectivo a la hora de escoger las visitas.

Estuve dando una vuelta y paseando tranquilamente por la zona, sin prisas y sin marcarme ningún límite de tiempo para hacer el recorrido, ya que el día estaba organizado exclusivamente para Nikkô.





Cuando quiero darme cuenta son más de las 15h de la tarde, así que decido finalizar mi ración de templos y me dispongo buscar un lugar para comer, no sin antes visitar el Puente Shinkyo que había dejado para el final, un bonito puente rojo de madera que se extiende sobre el rio Daiya, y que pertenece al Santuario Futarasan-ninja. Cuando lo visité no estaba permitido cruzar el puente.




Ahora si que doy por finalizadas las visitas y me voy en busca del restaurante para comer, esta vez haré caso a la Lonely Planet (normalmente no sigo los consejos para comer de ella) y decido ir a un lugar que sale recomendado y que tengo localizado porque pasé por delante de él esta mañana al llegar aquí, además de que se encuentra a escasamente 100 metros del Puente de Shinkyo, el restaurante se llama Hippari Dako y es un local muy pequeño, con máximo 6 mesas y con una decoración muy curiosa, ya que está todo el techo del local lleno de notas y billetes de diferentes países que han ido dejando todos los turistas que hemos pasado por allí. Y si... yo también sucumbí y dejé mi recuerdo enganchado en el techo del restaurante, dónde la comida es exquisita, el trato maravilloso y para estar al lado de un lugar tan turistico, es muy barato. Así que lo recomiendo encarecidamente, sobretodo sus maravillosos y deliciosos yakitoris.







Después de comer decidí volver a la estación de trenes andando, así iba bajando la deliciosa comida e iba paseando por el pueblo, entrando y curioseando en las bonitas tiendas aunque esta vez no compré nada.

Curiosos me resultaron las gasolineras del país, y es que los surtidores de gasolina estaban bajo tierra y las mangueras provenían desde arriba del techo de la estación, ni idea de cómo se lo montarán...



Ahora si que por fin llego a la estación de trenes y poco después llega el tren que me lleva para Tokyo, un trayecto de casi dos horas dónde aprovecho para relajarme escuchando un poco de música mientras no quito la vista de todos los paisajes que puedo ver a través de la ventana, mientras otros aprovechan para hacer el deporte nacional del país, que no es otro que dormir en el tren.


Finalmente llegamos a Tokyo, esta vez el tren llega a la estación de Ueno, pero como no me apetece visitar la zona hoy, cojo la Yamanote Line y después de unas cuántas paradas me bajo en la estación de Shinjuku, dónde tengo la intención de ver el atardecer en la ciudad desde una de las torres del ayuntamiento.

Para llegar al Tokyo Metropolitan Government Buiding (TOCHO) o Ayuntamiento de Tokyo, hay que dirigirse a la zona de Shinjuku, salir por la West Exit de la estación y apenas 250 metros caminando llegaremos al Ayuntamiento, que tiene dos torres, así que es indiferente cuál escoger. Entramos y cogemos el ascensor hasta la planta 53, dónde se encuentra el observatorio.

La entrada es gratuita y el horario es de 08h a 23h cada día. Las vistas desde lo alto del Tokyo Metropolitan son sencillamente espectaculares, así que os recomiendo su visita.




























Existen otros miradores en la ciudad de Tokyo, aunque todos son de previo pago, así que os recomiendo el del ayuntamiento de la ciudad. De todas formas, si no os importa pagar, os recomiendo los siguientes:

- Tokyo Tower: El más conocido y emblema de la ciudad, esta torre de 333 metros de altura y prácticamente una réplica de la Torre Eiffel de París, se puede subir hasta los 250 metros y en días claros se puede tener la suerte de divisar el Monte Fuji. El acceso cuesta unos 1.500 yenes aproximadamente y podemos llegar allí hasta la estación Hamamatsucho de la JR y después caminar unos 10 minutos.

- Sunshine 60 Observation Deck: Esta terraza de observación se encuentra al aire libre y se encuentra en el último piso del edificio Sunshine 60, en la zona de Ikebukuro, al lado de mi alojamiento. Tiene una altura de 240 metros y su horario es de 10h a 21:30h. El precio de su entrada es de unos 650 yenes.

- Fuji TV Deck: Lugar dónde se encuentra los estudios de la cadena privada nipona Fuji. Está ubicado en la zona de Odaiba, así que lo mejor será coger el monorrail sin conductor hasta Odaiba, dónde tendremos ocasión de ver todas las vistas de la zona. Su horario es de 10h a 20h y el precio de su entrada es de 500 yenes aproximadamente.

- Tokyo City View: Más conocido como la Torre Mori, en la zona de Roppongi Hills. La plataforma tiene 250 metros de altura y el coste de su entrada es de 1.500 yenes aproximadamente. Su horario es de 09h a 01h, siendo el mirador de la ciudad con el horario más amplio para visitarlo.

Después de la visita al observatorio del Tokyo Metropolitan y como ya empieza a anochecer, decido dar una vuelta por la zona y sin rumbo fijo, dónde puedo conocer la zona más bohemia y oscura del país, como es el Barrio Rojo de Kabukicho, lleno de bares, restaurantes, love hotels y clubs de entretenimiento, la mayoría regentados por yakuzas (mafia japonesa), pasando por la Golden Gai, que aunque no lo parezca, Tokyo también tiene su zona gay, y aunque la mayor parte del recorrido se hace a través de calles estrechas y muy iluminadas gracias a sus luces de neón, en ningún momento sentí inseguridad al caminar por sus calles pero si que es cierto que me abstuve de sacar la cámara de fotos, más que nada porque soy una persona muy curiosa y me gusta retratar todo lo que veo y no me hubiera gustado tener ningún tipo de problema con nadie que se sintiera retratado o cohibido por mi cámara, así que no puedo poner fotos de la zona.

De vuelta a la estación de trenes un par de horas después y de nuevo hasta Ikebukuro, dónde me voy en busca de un restaurante para cenar y me vuelvo para mi hotel, 15 horas después de haber salido esta mañana de él.

DÍA 11.- TOKYO (SHIBUYA - MARUNOUCHI - ODAIBA)

Hoy cuando despierto veo que está bastante nublado y que ha estado lloviendo, así que me replanteo el itinerario y decido quedarme en Tokyo y seguir visitando la ciudad.

Salgo del hotel y cojo la Yamanote Line, dónde poco después me planto de nuevo en Shibuya, esta vez la quiero visitar de día, recorriendo toda la zona comercial, la parte de la cuesta Dogenzaka y sus love hotel.

Lo primero que hago es buscar un lugar para desayunar, así que decido ir al Starbucks de Shibuya que tiene varias plantas, y tengo la suerte de encontrar sitio delante de las ventanas que dan al gran cruce de peatones. Había leído antes de ir que desde el Starbucks estaba prohibido hacer fotos, pero la verdad es que yo no tuve ningún problema en hacerlas mientras desayunaba, y ningún empleado me dijo nada. Supongo que el problema será cuando acudan los turistas expresamente para hecer fotos y no consumir nada, en ese caso lo entiendo y les daría toda la razón.












Después de desayunar he empezado a recorrer los alrededores de Shibuya, dónde he podido conocer los famosos love hotel dónde quedan las parejitas en los diferentes alojamientos temáticos que hay en la zona, y después para relajarme he estado visitando las tiendas, dónde se puede encontrar de todo, desde la ropa más chic hasta ropa de personajes de manga, y sobretodo, mucho vestuario para mascotas. Pero tanto si os gusta hacer shopping como si no, os recomiendo que visitéis Shibuya 109, que es increible!










Después de visitar toda esta zona que me encanta y que estoy seguro que volveré antes de irme de Tokyo, aprovecho para visitar la estatuta del perro Hachikô y hacerle fotos sin gente, antes de coger el tren hasta mi próximo destino.


De nuevo a la aventura de coger el transporte en la ciudad, más que nada porque es igual a la hora y el momento que lo cojas porque siempre va a tope y no tienes más remedio que ir bastante apretadito allí dentro, así que de nuevo en la Yamanote Line con dirección a la estación Tokyo, dónde quiero visitar tranquilamente toda la zona financiera y sobretodo, el Palacio Imperial, que se encuentra muy cerca.























El paseo y la visita me encanta, sobretodo la zona del Palacio Imperial, edificado en el año 1.590 y reconstruido después de la II Guerra Mundial, y actualmente residencia de la familia imperial japonesa. Solamente abren dos veces al año al público, que corresponde al dia de Año Nuevo (2 de enero) y al día del aniversario del Emperador (23 de diciembre). Pero lo más recomendable es visitar sus jardines exteriores, y hacer la típica foto con el Puente Nijubashi detrás nuestro.

Es hora de comer, así que vuelvo a la zona financiera y busco algún lugar para hacerlo en medio de la jungla de acero y rascacielos de la ciudad, dónde me voy cruzando con todo tipo de personas entrajeadas y me alegro de que yo haya podido dejar por un par de semanas mi disfraz diario del traje y corbata para ir a trabajar y poder desconectar de viaje por este maravilloso país.





Después de comer vuelvo a coger la Yamanote Line, y es que a pesar de no ser económica, la estoy amortizando bastante y de momento no he tenido necesidad de coger el metro de la ciudad porque intento llegar a todos los sitios con la JR Pass.

Mi siguiente parada será la estación de Hamamatsucho, dónde después de caminar otros 15 minutos tranquilamente, llego a uno de los emblemas del país, la Tokyo Tower o Torre de Tokyo, con un parecido alarmante a la Torre Eiffel de París. Después de ver las colas que hay para subir y sus precios, y como tampoco es algo que me mate lo de subir, decido ahorrarme los 1.500 yenes y visitar el maravilloso Templo Zozoji que se encuentra justo enfrente de la Tokyo Tower, uno de los templos más bonitos que he podido visitar en todo Japón, dedicado a los shogunes Tokugawa.

Aunque lo que realmente más me impactó fue el pequeño cementerio que hay en un lateral del Templo Zozoji con pequeñas estatuas de jizôs, que son esas pequeñas criaturas esculpidas en piedra, en recuerdo de los bebés fallecidos por cualquier circunstáncia. Podemos encontrar a los jizôs con sus gorros y baberos, e incluso a muchos acompañados de molinillos de viento, el juguete preferido de los niños nipones. El paseo por el sendero se hace a través de un silencio sepulcral, y es que cuando se trata de tradiciones tan arraigadas los japoneses son todavía más respetuosos que de costumbre.





















Ya es hora de dejar la zona de Shinbashi y mi siguiente destino para pasar la tarde y ver el anochecer será la isla artificial en la Bahía de Odaiba, así que como hay diferentes formas de llegar hasta allí, ya sea por mar a través del barco desde la zona de Asakusa, o bien en monorail sin conductor desde la estación de Yurikamome en la zona de Shinbashi, dónde atraviesa la zona de Shiodome hasta la bahía por el piso inferior del Rainbow Bridge. Si escogéis la opción del monorail, os aconsejo que intentéis sentaros en el primer vagón y disfruteis del trayecto desde las grandes cristaleras de los primeros asientos.

En la bahía de Odaiba podréis disfrutar de su complejo comercial para hacer shopping (yo hice interesantes compras), cenar tranquilamente en los diferentes restaurantes que hay, entrar en la sede del canal privado nipón de la Fuji TV y disfrutar de sus bonitas vistas desde su mirador, visitar la Totoya Megaweb, disfrutar de las compras en el cercano Palette Town o simplemente disfrutar del atardecer tranquilamente en la zona mientras observamos una réplica de la Estatua de la Libertad y las vistas del Rainbow Bridge (Puente del Arcoiris).




























Poder visitar Odaiba es imprescindible en vuestra visita a Japón, un lugar que me encantó y que no puedo dejar de recomendar. Al caer la noche refresca mucho y empezaba a tener frio, así que decidí volver en monorail y después enlacé con la estación JR hasta mi destino final, Ikebukuro, dando por finalizadas mis visitas del día.

De vuelta a mi alojamiento y con la necesidad de querer cenar algo calentito, no se me ocurre mejor idea que volver al mismo restaurante de ramen que visité el primer día que llegué a Tokyo, dónde me reciben con reverencias y con su característico "irasshaimase" (bienvenido), ceno de nuevo de maravilla y me sienta genial la cena calentita, y sobre las 23h estoy entrando por la puerta de mi alojamiento, con las fuerzas justas para ducharme, ponerme el yukata y las baterías de las cámaras a cargar, y caer fundido en la cama, dónde mañana me esperaba un día bastante largo.

DÍA 12.- TOKYO - KAMAKURA - YOKOHAMA - TOKYO

Hoy parece que está haciendo mejor día, así que preparo la mochila para pasar el día fuera de Tokyo y me dirijo a la estación de Ikebukuro para coger el tren que me lleve a Ikebukuro. Lo más fácil sería ir con la JR Yamanote Line hasta Ueno o Shinbashi, y allí hacer transbordo y coger el tren hasta Kitakamakura, pero por suerte yo me puedo ahorrar todo ese desplazamiento porque desde la estación de Ikebukuro tengo un tren directo a Kamakura de la línea JR Shonan que en apenas una hora me deja allí.



































Kamakura fue antigua capital de Japón, y está ubicada en una zona boscosa y frondosa de vegetación, y tiene salida al mar. La primera visita del día la haré al complejo de templos de Engaku-ji, que está situado al lado de la pequeña estación de Kita-Kamakura. La entrada me cuesta 200 yenes.








































Paseando desde la estación de Kita-Kamakura hasta la estación central de Kamakura, hay muchos otros templos dónde pararse para visitarlos y que nos cogen de camino, aunque si no tenéis mucho tiempo o estáis un poco saturados, yo iría seleccionando. 

Para mi los más importantes son el Templo Engaku-ji, Templo Tokei-ji y Templo Kencho-ji, que de hecho son los que visité yo ya que no me apetecía visitar todos.


Una vez llegado a la estación central de Kamakura, espero para coger el tren eléctrico de la línea Enoshima, el cual no está incluido en la JR Pass y el ticket me cuesta 380 yenes ida y vuelta. Desde que he dejado Kyoto es la primera vez que pago por el transporte, ya que el JR Pass me ha permitido moverme libremente por todo el país sin pagar ni un yen de más. El trayecto es muy corto, apenas 5 minutos, y hay que bajarse en la estación de Hase, dónde tendremos que andar unos 10 minutos hasta llegar al Gran Buda de Daibutsu, la atracción más visitada de todo Kamakura, una estatua de Buda de bronce de más de 13 metros de altura y 93 toneladas de peso, y es la segunda estatua más grande de todo Japón solamente por detrás del Templo Todai-ji de Nara.

El horario es de 07h a 18h y la entrada me cuesta 200 yenes. Una visita totalmente recomendable.

El lugar es maravilloso y se respira una paz impresionante, y a pesar de ser la hora que es y de coincidir con todos los turistas australianos de un crucero que están visitando el complejo según me comentaron varias chicas australianas, la verdad es que no da la sensación de estar muy masificado y tod el mundo respeta las normas y son muy amables a la hora de dejar hacer fotografías y no salir mucho por medio.
















Después de fotografiar al Daibutsu desde todos los ángulos posibles y de relajarme un poco entre tanto calor (hoy es el día que más calor está haciendo desde mi llegada a Japón), me vuelvo para la estación de Hase dónde ya tengo comprado mi ticket de ida y vuelta desde esta mañana, y cojo el primer tren eléctrico que llega hasta la estación central de Kamakura, dónde cojo otro tren de la línea JR Yokosuka hasta mi siguiente destino, la futurista ciudad de Yokohama, dónde llego en apenas 25 minutos.


Muchos viajeros llegan a esta ciudad con el tiempo justo y deciden visitar solamente su Chinatown, aunque yo recomiendo no limitarse solamente a eso y visitar también la zona financiera y sobretodo, el distrito de Minato Mirai 21, el barrio de las islas artificiales convertido en una metrópoli del futuro, que es sencillamente espectacular. Yo todo este recorrido lo hice caminando y paseando tranquilamente sin prisas.


















Lo más recomendable es la Landmark Tower y el Cosmo World, que es un parque de atracciones dónde hay una de las norias más grandes del mundo.

Aunque lo más recomendable es visitar toda esta zona de noche, cuando están todos los edificios iluminados, y si es desde el mirador de la Torre Landmark, mucho mejor, aunque yo lamentablemente no la pude visitar de noche porque me encontraba en el Chinatown, estaba muy cansado y después me dió mucha pereza volver a visitarlo de noche.


























Después de la visita me voy para Chinatown, el más grande de todo Japón y conocido como Chukagai. Aquí podremos encontrar algún templo, pero sobretodo encontraremos restaurantes, supermercados y todo tipo de tiendas dónde pasar la tarde. Mi primer objetivo es buscar un restaurante para comer, que son las 16h de la tarde y todavía no he comido nada desde el desayuno.










Después de pasar toda la tarde en el Chinatown, cansado y con los pies molidos, me dió mucha pereza volver al distrito de Minato Mirai 21 para ver el anochecer desde allí, y es que estoy en la recta final de mi viaje y mi cuerpo ya está acusando todos los madrugones y todas las pateadas diarias, así que decido volver a la estación de Sakuragicho hasta Tokyo, dónde hago transbordo en la JR Yamanote Line  que me lleva a Ikebukuro, dónde me quedo un rato visitando y ojeando las tiendas que hay en el interior de la estación, hasta que decido salir a la superficie cuando son apenas las 21:30h de la noche, así que como estoy tan cansado hoy no me apetece quedarme a cenar y decido llevarme la cena a mi habitación, dónde cenaré tranquilamente en mi escritorio después de una reparadora ducha mientras repaso y organizo mis visitas de mañana.

DÍA 13.- TOKYO (ASAKUSA - ROPPONGI - AKIHABARA)

Hoy por primera vez no me levanto a las 06h de la mañana, ya que se han acabado las excursiones fuera de Tokyo y los dos días que me quedan de viaje los voy a aprovechar para visitar todo lo más importante que me queda en la ciudad y relajarme con algunas compras de última hora antes de preparar todo mi equipaje de vuelta y pelearme por cerrar la maleta.

Salgo de mi alojamiento y me voy a desayunar tranquilamente por los alrededores de la estación de Ikebukuro, como cada día será el Dunkin Donuts dónde ya me conocen y me reciben cada día con una eterna sonrisa y una amabilidad exquisita.

Poco después ya estoy en Ikebukuro cogiendo la JR Yamanote Line hasta la estación Nippori, dónde hoy quiero visitar tranquilamente toda la zona de Asakusa y todo lo que pueda, pero sin estresarme.

La primera visita del día es a la Kappanbashi dori, una calle muy curiosa dedicada al gremio de la hostelería, dónde podemos encontrar todos los utensilios de cocina que se usan en Japón, y sobretodo, las réplicas en plástico de los platos del país y que tantas veces he encontrado en los escaparates de los restaurantes que no tienen carta en inglés. Esta zona también es muy buena para comprar regalos curiosos y souvenirs.

Después de dar una vuelta me voy caminando tranquilamente al Asakusa más tradicional y al centro neurálgico de la zona, que no es otro que al Templo Senso-ji, un lugar espectacular y que había visto tantas veces en imágenes, pero que me decepciona un poco por culpa de toda la gente que me encuentro allí, y es que es el lugar dónde he coincidido con más gente desde que he llegado a Japón, además de que está lleno de puestecitos de comida y regalos a ambos laterales del templo y hace que todavía haya más gente.









Por suerte, una vez que cruzas la Kaminarimon o la Puerta del Trueno y la Linterna gigante, dedicada al dios del Viento, la gente se va esparciendo y es mucho más tranquilo pasear por toda la zona. Recomendable y destacable visitar el Templo Dembo-in, el Templo de Kannon y la Pagoda de 5 alturas.

Acordaros de purificaros cada vez que entréis en algún templo, como ya os expliqué en la etapa de Kyoto.

















En las calles de los alrededores están llenas de pequeños comercios, tiendas de souvenirs y pequeños restaurantes, incluso pude encontrar un restaurante español con precios abusivos, y esta fue la zona elegida para comer hoy, aunque primero prefiero dar una vuelta por todas las calles y hacer hambre.

Los parques y jardines cerca del rio Sumida están preciosos con sus cerezos en flor, y la gente aprovecha para salir a comer por allí y hacer sus picnics, jugar, charlar con los amigos,... la verdad es que el ambiente es muy bonito y dan ganas de irse a comprar algo de comer y tumbarse allí a relajarse. También es cierto que tuve muchos ofrecimientos de la gente para que me uniera a ellos y compartir un rato de risas, pero entre la barrera del idioma y lo vergonzosos que son los japoneses, rechacé amablemente todas las invitaciones de hospitalidad hacia mi, pero es de agradecer.

























Por cierto, desde aquí salen los barcos hacia la isla artificial de Odaiba a través del rio Sumida, y que ya tuve la suerte de conocer hace dos días, pero en monorail.

También me parecen curiosos los jinrikishika, que son los carritos para dos personas tirados por un hombre ataviado con un traje típico japonés y que hace el recorrido corriendo a pie, dónde ofrecen diferentes tours por la zona de Asakusa de unos 30 minutos de duración, y su precio es de unos 8.000 yenes aproximadamente, aunque se puede negociar.

Yo la verdad es que este tipo de pasatiempos no me gustan, y mucho menos a costa del sufrimiento de una persona humana o de algún animal, así que evito este tipo de negocios.


Ahora si, ya se acerca la hora de comer y tengo mucha hambre después de toda la pateada que me he ido metiendo con la tontería, así que vuelvo a cruzar la Kaminarimon y me voy a la izquierda dónde están todos los pequeños restaurantes, dónde tengo que dar varias vueltas para decidirme por alguno, hasta que finalmente me decido por uno gracias a que se abre la puerta cuando paso por delante y una amable chica que me ha visto pasar varias veces me invita a entrar con una gran sonrisa, que a la postre resultó ser el mejor restaurante que pisé en todo Japón, con un trato demasiado exquisito, dónde comí uno de los mejores sushis que recuerdo en mi vida por solamente 900 yenes, y encima tuve la suerte de poder grabar en vídeo el arte de la preparación de este excelente manjar que me vuelve loco, pero que no voy a colgar porque me ocupa mucho espacio.








Después de este gran momento gastronómico y de despedirme con varias reverencias, caí en el error de no apuntarme el nombre del local para recomendarlo a futuros viajeros, pero por aquel entonces no tenía pensamientos de escribir en este blog, pero el día que vuelva a Japón (espero que sea muy pronto) si todavía existe el local, que espero que si, ya informaré del nombre del local y su dirección.

Termino de visitar los alrededores de Asakusa, con algún parque y algún templo más que me voy encontrando en la ruta, mientras aprovecho para mirar algunas tiendas y terminar de hacer las compras.

Me resulta curioso ver a los japoneses pasear sus mascotas en cochecitos de niños pequeños, la primera vez que lo vi estando tan cerca casi me asusté porque no me lo esperaba a pesar de las risas de los japoneses.

Aprovecho también para hacer las últimas fotos en la salida de Asakusa, aprovechando que ahora hay menos gente.













Empieza a caer la tarde y aunque estoy cansado, no me apetece volver a mi hotel a descansar, así que decido que para el poco tiempo que me queda antes de volver a casa, quiero exprimir más mis visitas y me voy tranquilamente a otro de los distritos que me quedan por visitar, y personalmente, uno de mis preferidos, el barrio de Akihabara o lo que es lo mismo, el distrito de la electrónica e informática.

Hay muchas formas de llegar hasta allí, pero como no quiero pagar con el metro, me voy de nuevo a la estación de Nippori y cojo la JR Yamanote Line hasta Akihabara, apenas 4 paradas de dónde estoy.

Llegar a Akihabara es cambiar de ciudad y transportarte a otro mundo, un distrito lleno de pantallas de neón y luces de colores, centenares de tiendas de electrónica de varias plantas dónde encuentras absolutamente de todo, artículos de informática que verás en tu país al cabo de 6 meses después, gente por todas partes, vendedores con megáfonos enseñando las últimas novedades, pachinkos, pequeños restaurantes, locales vendiendo productos de manga, etc... En definitiva, es el mundo ideal para todos los geek y los amantes de las nuevas tecnologías, dónde te puedes pasar horas y horas allí.




















La verdad es que eran las 22h de la noche y yo todavía estaba allí disfrutando de todo aquel mundo y sin parpadear, ya no estaba cansado ni me dolía nada, solamente quería estar allí todo el tiempo del mundo, pero gracias a que ya era tarde y tenía que volver a mi alojamiento, mi tarjeta de crédito me lo agradeció porque sino hubiera arrasado más todavía, sobretodo en el centro comercial Don Quijote que también hay aquí en Akihabara, un edificio de 7 plantas dónde encontrarás de todo y es el lugar ideal para comprar los últimos regalos del viaje para la familia.

Con mucho dolor toca volver a la estación de Akihabara hasta Ikebukuro con la JR Yamanote Line, dónde voy cargado con unas cuántas bolsas, y dónde mi única preocupación es como voy a meter todo eso en mi equipaje.



Al final se me ha hecho muy tarde para cenar, así que de camino a mi hotel me paro en un convenience store dónde me compro algo para cenar y beber, y pasadas las 23h de la noche estoy entrando en mi alojamiento, dónde cada día que llego veo las mismas caras en el pequeño hall del hotel pero como me paso todo el día fuera y llego a horas intempestivas, no me he podido relacionar con nadie.

Dejo todas las bolsas en mi habitación y después de la ducha, me pongo a cenar mientras voy revisando las fotos y organizando mi último día entero en el país, así que mañana toca exprimir las visitas.

DÍA 14.- TOKYO (UENO - GINZA - SHIBUYA)

Hoy es mi último día entero de viaje, así que toca visitar el distrito de Ueno y sus alrededores. Mi intención es no volver muy tarde esta noche porque tengo que hacer todo el equipaje y estoy seguro que esta vez me va a llevar mucho tiempo.

Salgo del hotel y me voy por última vez a desayunar al Dunkin Donuts de camino a la estación, y poco después cojo el tren hasta la estación JR Ueno.



La zona de Ueno quizá sea una de las zonas más interesantes para visitar, ya que aparte de encontrarnos parques y templos, también podemos visitar su famoso zoo, el más grande y antiguo de todo Japón. No era mi intención visitar el zoo, aunque si hubiera tenido más tiempo no hubiera descartado la opción de visitarlo. Ueno es un auténtico pulmón verde dentro de la vibrante ciudad de Tokyo.

Decido pasear tranquilamente por el Ueno - Onshi Koen, que significa "Parque de Ueno, regalo Imperial", ya que fue un regalo del Emperador Taisho a la ciudad de Tokyo en 1.924, y que hoy luce espectacular y lleno de gente porque es el primer día del Hanami o cerezo en flor, por eso dejé la visita hasta el día final de mi viaje por si me daba tiempo que llegara el Hanami hasta Tokyo, y la verdad es que he tenido muchísima suerte porque luce espectacular.



















La gente no solamente viene a pasear y hacerse fotos con el florecimiento del cerezo, sino que se organizan para hacer picnic y pasar un rato agradable, como ya he tenido la suerte de comprobar en otros rincones del país. Pero hoy por lo visto la atracción no es solamente el Hanami, sino el Hanami y un occidental en la misma foto, y es que la gente no ha parado de pedirme fotos con ellos y la estampa del Hanami detrás, fotos con sus hijos pequeños en brazos, fotos con las pobres ancianitas a mi lado, etc... reconozco que pasas un rato divertido y me rio mucho de los espontáneos y majetes que son todos los japoneses, pero cuando ya llevas tropecientas mil fotos con ellos y ves que encima quieren más, pues amablemente tienes que cortar por lo sano si no quieres pasarte todo el día allí.

Pero si hay algo que me ha sorprendido de toda esta zona, y desgraciadamente para mal, es la cantidad de homeless o "sin techo" que podemos encontrarnos por aquí, gente que ha perdido a su familia, o sus trabajos o que tienen algún problema social y los ves tumbados por toda esta zona, es verdad que son inofensivos y que no se meten con nadie y me parece genial que no intenten ocultar este problema social como hacen en muchos países de occidente, que se intenta apartar a esta pobre gente de los lugares turísticos para no dar una mala imagen de la ciudad, pero me choca que siendo una de las tres primeras potencias económicas del mundo y los hospitalarios que son los japoneses, no destinen más recursos para paliar este gran problema social, que no nos olvidemos, nadie está inmune de sufrirlo hoy en día, por muy bien que uno se piense que está.



Con la tontería ya son las 14h de la tarde y ya me he recorrido el parque de cabo a rabo, así que mi siguiente destino es el Mercado de Ameyoko, que es una abreviatura de Ameya Yokocho, que significa "callejón de las tiendas de dulces". Aunque el nombre puede engañar ya que se piensa que solamente vamos a encontrar comida, en él podemos encontrar desde ropa hasta juguetes.

El mercado de Ameyoko se encuentra en las calles paralelas de las vias de las estaciones de Ueno y Okachimachi, y es muy fácil de localizar. Bien es cierto que nadie espere encontrar gangas ni grandes productos, pero es un buen lugar para ir a comer en sus numerosos tenderetes a precios muy buenos.













Después de comer de vuelta a Ueno para dar un último paseo y bajar un poco la comida, dónde sigue igual de lleno de gente que esta mañana, y finalmente me voy a visitar el bonito Santuario Toshogu.




Ahora si que doy por finalizada mi visita a Ueno y me voy hasta la estación, dónde por primera vez cogeré el metro desde que estoy en Tokyo, ya que mi destino será Ginza, el barrio de la moda y más chic de toda la ciudad. Para ello me va mejor cojer la línea naranja (Ginza Line) desde Ueno (G16), y bajarme en Ginza (G9).

Comprar el ticket de transporte en las máquinas es muy fácil, primero porque puedes seleccionar tu idioma en inglés, después porque tienes el mapa de todas las líneas encima de tu cabeza y solamente tienes que fijarte en la línea que debes tomar y sus precios, y después simplemente es introducir el importe en monedas dentro de la ranura. Si por cualquier circunstáncia no supieras lo que cuesta el ticket a tu destino, puedes meter el importe que quieras que te va a dar el ticket, lo metes en el torno y te acuerdas de volverlo a coger porque lo debes mantener durante todo el trayecto, y cuando llegues y pases por el torno de salida metes el ticket, si se abre la barrera (cuidado porque te crees que no hay y cuando intentas pasar sin ticket se te cierran de golpe) es que está todo ok, en caso contrario deberás ir a las máquinas expendedoras que hay en cada estación que pone "Fare Adjustment" y allí podrás reajustar tu ticket añadiendo el importe que le falta.

De Ginza voy a hablar muy poco porque es una zona llena de tiendas exclusivas de las mejores firmas, dónde su avenida principal es la Chuo dori y dónde podremos encontrar firmas tipo Armani, Dior, Chanel, etc... hasta llegar a la intersección de la Harumi dori, centro neurálgico del barrio de Ginza, dónde puedes ver a personas de un alto nivel social y grandes coches de lujo, justamente el contraste que me he encontrado esta mañana en Ueno con los homeless.

Como no podía ser de otra manera me agobié bastante y me aburrí en Ginza, para mi no tiene nada interesante aparte del morbo de ver el tipo de gente consumista del país y poco más, así que de vuelta a la estación, volví a coger la Ginza Line hasta la última parada, Shibuya (G1), dónde quise despedirme de la ciudad de Tokyo en un lugar agradable y recordando dónde casi empezó todo cuando llegué a la ciudad hace escasamente casi una semana.










Bonito lugar para despedirse de una ciudad tan vibrante y espectacular como Tokyo, y aunque todavía es pronto comparado con el resto de días que he llegado a mi alojamiento durante el viaje, tengo mucho trabajo por delante y decido coger la JR Yamanote Line en Shibuya hasta Ikebukuro, dónde doy una última vuelta por sus calles al anochecer, hago mi última cena en el país y sobre las 21h estoy entrando en mi alojamiento, dónde me espera la dura tarea de hacer de nuevo el equipaje pero esta vez con el handycap de meter dentro todas las compras que he hecho durante el viaje, que os puedo asegurar que no han sido pocas, algo no muy normal en mi teniendo en cuenta que apenas soy de los que se vienen cargado en sus viajes, aunque Japón ha sido la excepción.

En unas horas me toca madrugar mucho más de lo normal para despedirme de este maravilloso país.

DÍA 15.- TOKYO (TSUKIJI) - ROMA - BCN

Apenas he dormido unas horas y a las 03h me he despertado, el check out en el hotel es a las 10h de la mañana y mi vuelo desde el aeropuerto de Narita sale para Barcelona a las 12:30h de la mañana... entonces para qué me despierto tan pronto? Pues para acabar de rematar el viaje y visitar a estas horas la lonja de pescado de Tokyo, más conocido como Tsukiji, que tanto me apetecía conocer.

He dejado todo mi equipaje preparado en la habitación, después de que horas antes me viera negro para meter todo y cerrarlo, y he salido de mi hotel sin mochila ni nada, solamente con lo puesto y una cámara compacta de fotos, ya que la reflex también la he dejado en mi habitación.

Me he marcado de límite de tiempo volver a las 08:30h de nuevo al hotel, así que necesito cumplirlo imperiosamente.

Sobre las 04h voy dirección a la estación de Ikebukuro, es obvio que todavía es de noche pero me sorprende que a estas horas todavía funcionen las luces de neón en los locales. En la estación cojo la línea roja, que corresponde a la llamada Marunouchi, y desde Ikebukuro (M25) hasta la estación de Ginza (M16), dónde hago transbordo y cojo la línea Hybiya (color gris), dónde un par de paradas después me deja en la estación de Tsukiji.

Desde la estación solamente hay que andar un par de minutos y en seguida se llega a Tsukiji, dónde está perfectamente señalizado desde la salida del metro. Pasadas las 04:45h ya estaba en la puerta de Tsukiji.

Durante mi visita cualquier persona se podía presentar en Tsukiji y visitarlo uno por su cuenta, siempre teniendo cuidado con los carros e intentar molestar lo menos posible a sus trabajadores, pero actualmente me parece que ha cambiado todo y hay restricción de visitantes, habiendo un cupo de 120 personas diarias repartidas en dos turnos diferentes. Podéis consultar todo en la web del Mercado de Tsukiji.

Apenas hay turistas, así que empiezo visitando toda la parte de la lonja de pescado, apreciando el pescado más fresco que he visto en mi vida y observando el arte que tienen los empleados cortando el pescado.














































La visita a mi aire y a mi rollo es muy curiosa y muy recomendable, además de que los empleados se han mostrado muy amables conmigo porque me han dejado fotografiar todo lo que he querido sin molestarles, excepto uno que se ha mosqueado un poco y he decidido alejarme de él y no molestarle mucho.

Después de la lonja del pescado, y con los primeros coletazos del amanecer, me he ido a la nave contigua desde dónde se realizará la subasta de la fruta y las verduras, muy auténtico también con los japoneses gritando (se me hace raro oirles gritar) mientras levantan sus brazos intentando pujar por productos que les interesan y que tienen muy buena pinta, la verdad.






















Sobre las 06:30h de la mañana ya había finalizado la subasta, ha merecido mucho la pena el madrugón y venir hasta aquí para vivirlo y sentirlo, pero no me puedo entretener mucho más, así que dejo a todos los empleados que sigan con sus actividades diarias.

Me había informado mi amiga Mónica que en las calles aledañas al Mercado de Tsukiji había varios restaurantes pequeños dónde se comía muy bien y que todos los productos que te servían eran tan frescos que los traían directamente de la lonja y no pasaban por ninguna mano más, y aunque debo reconocer que al principio era muy reacio a la idea porque no me imaginaba desayunando sushi o cualquier pescado crudo a esas horas del día, finalmente acepté su consejo viajero y me fui en busca de esos pequeños locales dónde desayunar, llevándome la sorpresa que no eran ni las 07h de la mañana y ya había bastante cola de gente asiática para intentar coger sitio.

Yo tuve suerte y en cuánto abrieron al público pude sentarme en la barra, dónde me pedí una gran bandeja de sushi fresco, seguramente el sushi más delicioso y más fresco que he comido en mi vida, además de poder contemplar como lo preparaban delante de mis narices, ante la felicidad de mis ojos.

El precio fueron unos 1.000 yenes que pagué muy agusto, y que fue la guinda y la despedida a un viaje espectacular y maravilloso que me ha llevado durante 15 días en solitario al país más maravillloso del mundo.






Después de "desayunar" salí del restaurante (imposible saber como se llama, pero está en las puertas del Mercado de Tsukiji), dónde todavía había cola de gente esperando para entrar, ya que a medida que iban saliendo de desayunar, iban entrando otros para hacer lo mismo, así que sin tiempo que perder me fui de nuevo a la estación de metro, y repetí el mismo ritual de la ida hasta la estación Ikebukuro. Al ser tan pronto, el metro iba bastante vacío y uno se podía sentar sin problemas.


De vuelta al hotel, cojo mi mochila y mi maleta de la habitación y bajo a hacer el check out, me despido de todos los amables empleados y de nuevo hasta la estación de Ikebukuro, dónde cogeré mi último tren en este país hasta el aeropuerto internacional de Narita.

Poco después llega el Narita Express, un pedazo de shinkansen con un diseño espectacular, súper limpio y muy cómodo, con espacio suficiente para dejar el equipaje atado con un candado de combinación que incorpora el tren y despreocuparte de todo durante el trayecto, haciendo un viaje muy relajado y sin ninguna parada intermedia entre estaciones, dónde llegamos en apenas 50 minutos.



Una vez en el aeropuerto, facturo mi equipaje que a pesar de ir con un exceso de peso de casi 2 kilos, el amable personal hace la vista gorda y no me dicen nada, y aunque no tengo mucho tiempo hasta la hora de embarcar, me doy un paseo intentando gastar mis últimos yenes.

El viaje llega a su fin, han sido 15 días espectaculares por un país maravilloso, con una cultura fascinante, una deliciosa gastronomía y una población de las mayores hospitalarias que he conocido en mi vida.

Me esperan unas 12 horas por delante con previa escala en Roma, dónde llegaré muy tarde a casa pero muy feliz de toda esta experiencia que me ha salido a pedir de boca, y aunque nunca he sido muy partidario de repetir los mismos viajes, estoy completamente convencido de que en un futuro no muy lejano voy a volver a Japón y ampliar mi ruta por este impresionante país, destino que recomiendo a todo el mundo que lo visite almenos una vez en la vida y lo tenga en primer lugar de su lista de deseos.

Te echo mucho de menos, Japón!!